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¡Qué pena con el influencer!

Hace unos días se hizo mucha buya porque un influencer habló mal de Ibagué, sí, dijo algunas cosas que pudieran herir el orgullo de cualquier persona que dice amar su tierra, más aun cuando nos acercamos a esas fechas que nos hinchan el corazón por haber nacido en donde los ocobos florecen de lo más lindo, o donde se ven pasear guámbitos vestidos de campesinos para celebrar eso que llaman folcloritos, de veras que esta tierra nos da cosas muy bonitas, el alcalde de la ciudad rasgó sus vestiduras y exigió respeto por la ciudad.

Mas allá de lo pesado que pudo ser el dichoso influencer y de los términos insultantes que pudo usar para referirse a la ciudad, en mi parecer, y aquí aprovecho la ventaja que se me ha dado de expresar mi opinión, nuestra ciudad no es que esté vestida de gala que digamos, basta con darse un paseo corto por el centro de la ciudad para encontrar destruida la Concha Acústica del parque Centenario, un parque Murillo Toro que al que no le cabe un gramo más de heces de animales y las plazoletas Darío Echandía y Santa Librada también a reventar de heces de cristianos. Ni para que hablar del parque Galarza, promesa de cada campaña política su recuperación.

Si ampliamos el paseo no habría mucho que mostrar, más bien, encontraríamos vías inundadas por los huecos que se han acumulado en los años sin mantenimiento, otros influencer hacen parodias de esto, pues los muestran como piscinas en donde reposar, y para las épocas de verano entonces nos quedan caminos de herradura donde la cantidad de polvo que se levanta al pasar los carros solo invita a enfermarse de los pulmones.

Hoy me compadezco de los habitantes del barrio especial El Salado y los barrios que lo circundan, este alcalde y su administración sin dejar de lado las administraciones pasadas, los siguen tratando como ciudadanos de quinta, como si no merecieran por lo menos tener sus vías principales debidamente adecuadas. Pero lo del Salado no es una excepción, es la regla. Aquí a todos nos tratan como ciudadanos de tercera, cuarta o quinta.

Para no seguir levantando un inventario interminable de problemas solo quisiera mencionar dos más: uno, las instalaciones deportivas que no son otra cosa que una colcha de retazos mal hecha y para el ejemplo la piscina olímpica que nos fue robada, y, por último, el problemita del agua potable que sigue siendo el calvario de la ciudad, más para aquellos barrios nuevos y lejanos del centro.

Esta ciudad no está progresando, o si lo hace, es a mínima velocidad, pues pareciera paralizada en el tiempo, deteriorándose como cualquier bien al que no se le mantiene, los impuestos que se pagan no se ven, eso sí, de escándalos de corrupción si sabemos. Creo que todas mis columnas llegan a este punto, como que siempre elegimos remal.

Perdónenme el pesimismo, pero es que ya mi vida me pide un poco de sosiego, ya es hora de que en esta ciudad del tercer mundo y del siglo XXI nos permitamos vivir dignamente, las cosas funcionando, no es que se pida mucho, vías pavimentadas, agua en los grifos, parques dignos y poquito de seguridad. En últimas, el influencer dijo cosas feas, pero no estaba diciendo mentiras.

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