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Habilitado para perder

La candidatura de Mauricio Jaramillo a la Gobernación del Tolima, amerita una mirada desde dos perspectivas muy específicas. La jurídica en el escenario de su presunta inhabilidad para aspirar al cargo de gobernador, ya que su hermano ejerce autoridad en el orden nacional y la política, que lo muestra intentando organizar las fuerzas opositoras para rivalizar con un barretismo desgastado pero en pleno uso de la estructrura del poder para mantenerse por otros cuatro años. 

En lo jurídico, el problema se resume en hacer las preguntas correctas.  

La primera es: ¿Por qué está habilitado el candidato liberal?  

La respuesta es tan sencilla como lacónica. ¡Porque la ley 2200 de 2022 lo habilitó!  

En efecto, el artículo 111, señaló las causas de inhabilidad de los candidatos a ser elegidos gobernadores. Si bien en su numeral 6o inhabilita a aquel cuyos parientes ejerzan autoridad, civil, política, administrativa o militar; el parágrafo de esa misma norma establece: 

“Interprétese para todos sus efectos, que las inhabilidades descritas en el presente artículo se refieren al departamento como entidad pública y sus institutos o entidades descentralizadas, que funcionan en el respectivo territorio o ejercen competencias que involucran al respectivo ente territorial.  (Negrillas y subrayas propias fuera del texto legal). 

La segunda pregunta es: ¿Y la norma que lo habilita, no es contraria y la constitución y terminaría siendo inaplicada por el juez administrativo anulando la elección del gobernador si fuera elegido, como ha hecho con diputados en las mismas condiciones?.  

La respuesta es no. La inaplicación que ha hecho el Consejo de Estado de una norma similar a la que le sirve al candidato liberal está fundada en la contradicción entre la ley 2200 y el artículo 299 de la Constitución, aplicable a los diputados y no a los gobernadores.

Los diputados tienen un régimen de inhabilidades reflejo del aplicable a los congresistas (299 CN), mientras que el régimen de inhabilidades de los gobernadores no puede ser inferior al del Presidente de la República (304 CN);  y este régimen no riñe con el parágrafo del artículo 111 que, se repite: inhabilita a los candidatos que ejercen autoridad, si esta se ejerce en el departamento como entidad o en sus entidades descentralizadas, cosa que no hace un ministro. 

Ahora bien, y desde la perspectiva puramente política, que Mauricio Jaramillo este habilitado para aspirar, no implica que tenga una posibilidad real de ganar en las elecciones de octubre. Las razones son las siguientes: 

Hay más antibarretismo que jaramillismo: si bien a su favor está el agotamiento que se vive en el departamento con la permanencia en el poder de una organización acaparadora de todos los espacios no solo en la gobernación sino en hospitales, órganos de control, municipios, entidades descentralizadas, autoridades ambientales y en la universidad del Tolima; el candidato no ha mostrado que esté en condiciones de sumar las fuerzas políticas y ciudadanos hartos de exclusión y despotismo.  

Para fortuna del barretismo, su candidata a la gobernación tiene el perfil adecuado para tapar en sus neumáticos el escape del desprestigio. De no ser por ella, la organización no tendría posibilidades de mantenerse entronizada en el palacio del mango. No puede decirse lo mismo de Mauricio, que sigue haciendo campaña, con un perfil tan gris, que pareciera que los tolimenses tuviéramos no la posibilidad sino la obligación de votar por él.  

Porque la bandera anticorrupción escogida por el candidato liberal, es insostenible en su discurso. Y no porque no haya corrupción en el gobierno saliente, sino porque Jaramillo pertenece al partido que tiene en sus filas al único gobernador condenado por delitos contra la contratación; al único alcalde de Ibagué condenado por delitos contra la administración pública, Luis H. Rodríguez; al único alcalde en el departamento de este período preso por corrupción, el de Armero y al senador con la tercera votación al congreso por ese partido en el departamento. ¡Coherencia por favor!  

Porque el candidato no se ayuda. En reciente entrevista en un medio radial, al ser interrogado acerca de su propuesta a los electores del departamento, el candidato respondió que la está construyendo. ¿Cómo así que después de aspirar hace dos periodos a la gobernación y acompañar la aspiración de la hermana de Emilio en la justa anterior por todo el departamento, no tiene una propuesta política lista para el electorado?.  

Porque las de octubre van a ser más que nunca unas elecciones referendo de la gestión del Gobierno Nacional al que Jaramillo está cerca y del que su hermano hace parte; referendo que va servir como manifestación del castigo al gobierno del cambio como lo muestran claramente las encuestas. 

Porque la campaña de Jaramillo no logró identificar símbolos que faciliten su reconocimiento en el electorado. Persistir en la cachucha roja y el gesto malhumorado como modelo de marketing político para oponerse a una mujer de maneras agradables, discurso positivo y preparación superior pareciera ser sinónimo de suicidio. 

Porque inteligentemente al candidato liberal le van a seguir descargando periódicamente cargas de profundidad fundadas en su presunta inhabilidad, socavando poco a poco el electorado poco entrenado en los rigores de la norma. Y en esa técnica sus opositores son maestros.  

Estas y otras muchas más razones que hacen inviable la candidatura de Mauricio a la gobernación, están originando una desbandada de las organizaciones políticas de todo pelambre que prefieren conformarse con las migajas que caen de la mesa del barretismo, que sumarse a una derrota certera del jaramillismo. 

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