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Turismo post COVID-19

Los aviones se detuvieron en tierra, los cruceros se encuentran anclados y sin fecha próxima de cuándo podrán volver a zarpar, el transporte terrestre automotor no volvió a rodar por las carreteras, las agencias de viajes cerraron sus oficinas, los bares, hoteles, hostales, guías de turismo y restaurantes no han podido operar, los parques temáticos se encuentran cerrados y los turistas confinados. Es así como en tan solo meses se pasó de celebrar un año histórico por las cifras económicas que registraba la actividad turística a tener un panorama oscuro y desalentador que podría tardar años en recuperarse.

Las empresas turísticas y en general todo el sector de los viajes y el turismo se detuvo con un frenazo en seco nunca antes visto. El positivismo y la retórica se apodero rápidamente de los líderes gubernamentales quienes promulgan frases de optimismo cuando la realidad que viven los empresarios es totalmente diferente, es hora de pasar de las palabras a la acción, no se sabe cuántas empresas logren resistir, si se tiene en cuenta que en Colombia más del 85% de las empresas del sector turismo son micro, y pequeñas empresas.

Cuando los turistas finalmente regresen, se enfrentaran a un panorama totalmente distinto que incorpora el distanciamiento social, los tapabocas, los guantes, el alcohol, el gel antibacterial  entre otras medidas para evitar el contagio del COVID-19 y mientras muchos anhelan volver a la normalidad para poder nuevamente viajar, tomarse su selfies y subirlas a las redes sociales deberían estar pensando y reflexionando en qué tipo de turista quieren ser cuando esto termine, por que déjenme decirles que el mundo no volverá a ser como antes y que la tan añorada normalidad nunca va a regresar.

O acaso queremos regresar a formar parte de un modelo de turismo de masas que funciona de manera similar a un modelo extractivo de recursos naturales y que ha sido el que por años se ha promulgado en nuestro país. De hecho, el turismo de masas se enfoca en el desarrollo turístico solo en términos cuantitativos, es decir, aumentar el número de turistas, aumentar los índices de ocupación hotelera, aumentar la participación de las multinacionales y las empresas privadas, aumentar la participación en el PIB legislar para permitir la intervención en territorios indígenas o ecosistemas frágiles.

Esta visión economicista del turismo lo único que ha logrado es desencadenar una serie de impactos negativos sobre los territorios a nivel mundial, como los crecientes consumos de energía y agua, el deterioro y la presión sobre los ecosistemas, la inequitativa y descarada distribución de los beneficios económicos, la pérdida de identidad y prácticas culturales locales, la explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes, entre otros, por eso pregunto   ¿en serio queremos regresar a eso? porque al parecer desde el estado solo se contempla este tipo de visión de la actividad turística que genere muchos ingresos pero para unos pocos o sino porque creen que el presidente dice que el turismo es el nuevo petróleo y lo repite cada vez que puede.

Es momento de reflexionar no sabemos cuántas oportunidades más nos siga dando la tierra, actuamos como si tuviéramos un segundo planeta de repuesto para remplazar este que con un ritmo salvaje de extracción de recursos le estamos sacando hasta un 75% más de lo que el planeta puede recuperarse en el corto, mediano y largo plazo, No obstante el turismo si es posible ya que existe otros modelos alternativos de gestión, solo es cuestión de voluntad política si voluntad esa que hace rato perdieron nuestros dirigentes que tal si en vez de preocuparnos por aumentar el número de turistas que llegan al país empezamos a pensar y a enfocar esfuerzos para que lleguen menos turistas pero con mayor capacidad de gasto que inviertan mucho más en sus estadías y que el mayor porcentaje de ese gasto se quede en las comunidades locales, que tal si en vez de aumentar la participación en el PIB nacional o local, empezamos a pensar como el turismo genera calidad de vida, bienestar y felicidad conservando la naturaleza y las manifestaciones culturales siendo más responsables con la distribución de los beneficios, así que si algún territorio está pensando en gestionar la actividad turística es hora que se empiecen a cuestionar sobre estos aspectos porque créanme que el nuevo turista ya lo está haciendo nos vamos a enfrentar a un turista mucho más consciente con una mayor responsabilidad sobre su visita que se guía por los comentarios y recomendaciones de otros turistas, que no solo va a demandar bioseguridad y normas de higiene sino calidad en las experiencias turísticas que el destino les pueda ofrecer.

Ahora bien, ¿está el país o los departamentos listos para gestionar este nuevo modelo de turismo? pues déjenme decirles que aún estamos muy lejos, porque el turismo no es una actividad económica, el turismo tiene un componente económico que es muy diferente, pero también tiene un componente ambiental, tecnológico, cultural, antropológico y educativo, por ende el turismo es un fenómeno social multidisciplinario que no puede ser reducido solo a uno de sus componentes. Entonces mientras no cambiemos y dirijamos esfuerzos hacia visiones más integrales y holísticas de la actividad turística que involucren todas las formas de vida de este hermoso planeta, pues no vamos a estar nunca listos.

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