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De recepcionista a directora de Comfenalco Tolima

Con 15 años, Diana Lucía Reyes inició la carrera por uno de sus más grandes sueños. Hoy, 43 años después, se ha convertido en una de las mujeres más admiradas del Tolima.
Ibagué
Autor: Redacción Ibagué
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Redacción Ibagué
De recepcionista a directora de Comfenalco Tolima

Una decisión con determinación puede cambiar el resto de nuestras vidas. Justo como le ocurrió a Diana Lucía Reyes, quien pasó de ser recepcionista a la directora de Comfenalco, la caja de compensación más grande del Tolima.

Y es que el camino la trajo hasta aquí de la manera más inesperada, pues el primer paso para alcanzar el trabajo de sus sueños, como ella lo describe, fue gracias a su papá.

“Terminaba mi año escolar de noveno bachillerato, recién cumplidos mis 15 años, cuando mi padre me informó que trabajaría durante mis vacaciones en una gran empresa”, contó.

Sin experiencia laboral alguna, pero con la ilusión de tener su primer trabajo, realizó la entrevista con el segundo director en la historia de Comfenalco, quien también era un buen amigo y admirador de la profesión de su padre: reparador de máquinas de escribir.

“Mi papá conocía al doctor Augusto E. Medina porque eran vecinos y buenos amigos. Mi papá era un señor humilde y el doctor todo un personaje. Entonces, en ese tiempo, mi papá estaba muy endeudado y necesitaba que alguien le ayudara de la familia, pero yo era la mayor de cinco hermanos. Y el doctor Medina se ofreció a ayudarnos”, mencionó.

Y agregó: “El doctor me entrevistó (…) Me dijo que iba a hacer unas vacaciones respondiendo las llamadas que ingresaban, pero que dependía de mí a dónde quería llegar”, recordó emocionada.

Fue así como, para el 22 de diciembre de 1981, logró ingresar como Operadora Conmutador a Comfenalco. Su sueldo inicial fue de $7.900, más $450 de auxilio de transporte.

“Ese fue el inicio de mi carrera en la Caja. Sin embargo, debía terminar mi bachillerato, por eso lo hice en las noches (…) Fue muy difícil empezar mi vida laboral tan pequeña porque mi voz de niña no me ayudaba para recibir las llamadas. La gente no me creía y me decían que quién estaba contestando el teléfono”, señaló.

Sus estudios nocturnos se convirtieron en grandes anécdotas junto con su familia, pues salía de estudiar a las 10:00 de la noche de su colegio, ubicado en la diez con Quinta en Ibagué, esperaba a sus padres y juntos caminaban hacia su casa en El Libertador.

“Mis años estudiando de noche fueron fuertes. Tenía que salir de estudiar a las 10:00 de la noche y en ese tiempo no era normal que alguien tan joven estudiara hasta esas horas. Tuve que llevar un permiso especial de la empresa y de mis papás al colegio para poder estudiar de noche siendo menor de edad”, precisó.

Su corta edad e inexperiencia no la acobardaron, y mucho menos lo hicieron las grandes máquinas que debía manipular, eso sí, tuvo que pasar uno que otro chascarrillo. 

“Existía un aparato muy antiguo que, si uno se equivocaba, oprimía un botón y escuchaba las conversaciones sin querer. Para mí era muy traumático equivocarme y además la persona al otro lado del teléfono se daba cuenta si uno escuchaba. Debía tener mucho cuidado para no cometer errores y no afectar a nadie”, explicó.

Tal era la capacidad de crecimiento de Diana Lucía que logró su primer ascenso a los seis meses después de conseguir el empleo.

“Luego de ser conmutadora, a los seis meses pasé a ser auxiliar contable sin saber de contabilidad, pero yo recuerdo mucho que el doctor Medina me dijo: usted tiene la capacidad, va a aprender y a demostrarle a todos que usted puede desempeñarse en ese cargo”, explicó con orgullo.

Tras varios meses aprendiendo a moverse como pez en el agua entre el trabajo y el colegio, pudo graduarse e iniciar su carrera profesional.

“Inmediatamente me gradué del bachillerato estudié Administración Financiera en la Universidad de Ibagué, también de noche. Ya para ese momento estaba superando la adolescencia con la que entré a Comfenalco y fue un proceso mucho más maduro y serio para mí”, dijo.

Mientras Diana alimentaba sus conocimientos en finanzas, por lado y lado, logró su segundo gran ascenso: ser la coordinadora del área Financiera. Quién lo diría: esa niña llena de ilusiones se había convertido en la encargada de quienes no creyeron en ella.

“A los cuatro años, pasé a ser la coordinadora del área, es decir, pasé a ser jefe de las personas con las que había entrado y que me veían como que no iba a aprender y no sabía, pero demostré que con la dedicación y amor sí se puede”, resaltó.

“Me tocó con mucho esfuerzo demostrar mis capacidades. Me costó lágrimas. Solamente con el esfuerzo de mi trabajo fue que empezaron a verse los frutos ”, añadió.

Su esfuerzo, disciplina, pasión y confianza de Augusto E. Medina la llevaron a subir un escalafón tras otro.

“He ganado muchos concursos al interior de la Caja, gracias a Dios. Fui asistente de las divisiones; jefe de Organización y Métodos, que fue el primer concurso que gané y que tenía un estatus de dirección; fui jefe de Vivienda, es decir, debía ser arquitecta o ingeniera, pero por la experiencia y conocimiento que tenía, de la Caja me encargaron en su momento cuando estábamos construyendo la Ciudadela Comfenalco. También, fui jefe de Planeación, que ya fue el rango más alto que tuve durante muchos años y que me llevó a conocer la Caja plenamente”, detalló Reyes.

Ese último cargo que mencionó fue su impulso para llegar hasta donde está hoy en día: ser la Directora Administrativa de la caja de compensación más importante del Tolima.

“Me di luchas y peleas por sacar adelante la Caja cuando estuvo en diferentes crisis, pero siempre era la segunda al mando. Solamente cuando la Superintendencia entregó la Caja, después de siete años de intervención, a los empresarios y a un Consejo Directivo nuevo”, indicó.

Y agregó: “ellos me llamaron y me dijeron: bueno, usted ha sido directora suplente por muchos años, pues ya podría ejercer. Ya lo ha hecho a la sombra ¿por qué no ahora a la luz pública como tiene que ser?”.

Ahora, 43 años después, Diana Lucía Reyes es una de las mujeres más admiradas del Tolima, y no solo por su buen desempeño laboral, sino también por su calidez y sencillez como persona.

“Hubo momentos difíciles en la Caja, en los que había una lucha de poderes, que fue por lo que se intervino, y tuve que tomar un liderazgo sin ser directora, sino siendo la segunda a bordo, para que no se afectaran los recursos. En ese momento, se me minimizaba por el hecho de ser mujer”, lamentó.

Ella es un claro ejemplo de que no se trata de género, la convicción y los principios son el motor de los objetivos, justo y como lo hizo: soñar, trabajar por ello y lograrlo.

Tal ha sido su trabajo que, actualmente, Comfenalco cuenta con 10.400 empresas afiliadas y 126.000 trabajadores afiliados, de los cuales el 94% son de categoría A y B, o sea, que ganan menos de cuatro salarios mínimos.

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