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Alzheimer: ¿en la naturaleza podría estar la clave de su tratamiento?

Los extractos de plantas nativas muestran una posible disminución del daño neuronal.
Salud
Autor: Redacción Salud
Autor:
Redacción Salud
Alzheimer: podría en la naturaleza estar la clave de su tratamiento?
Foto: Tomadas de la página web UNAL

Millones de personas en el mundo conviven con la “sentencia” del olvido y del deterioro causado por la enfermedad de Alzheimer (EA) que puede ocurrir por muchos factores, entre ellos los antecedentes familiares, la influencia de ciertos genes y el medio ambiente.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el Alzheimer es la forma más común de demencia, y por ello se puede representar hasta en un 70 % de los casos.

Los adultos mayores son quienes más la padecen, y aunque las causas exactas no se conocen del todo, la ciencia hace alusión a un desgaste acelerado del cerebro. 

Este órgano tan complejo es el que permite procesar información, pensar, memorizar, comprender y realizar muchas otras acciones cognitivas; sin embargo, cuando en una persona hay rastros del EA, diferentes regiones del cerebro, en particular el hipocampo, experimentan una pérdida progresiva de neuronas, que afecta principalmente la memoria.

A pesar de que no existe una cura definitiva, instituciones y grupos de científicos, como los de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), continúan en la búsqueda de alternativas que ayuden a prevenir o retrasar este daño.

Los grupos de investigación: Neurociencias; Muerte Celular, y Química de Productos Naturales Vegetales Bioactivos (Quipronab) de la UNAL, comenzaron explorando más de 100 extractos vegetales colombianos, obtenidos a partir de materia prima de plantas (hojas, flores, raíces, etc.), mediante métodos como secado, maceración y decocción. 

De estos extractos se vienen estudiando cuatro en particular, en su mayoría provenientes de las familias Lauraceae (que producen laurel, aguacate y canela) y Rutaceae, también conocida como la familia de la ruda o de los cítricos, a la que pertenecen los limones, naranjas y mandarinas.

Estos se eligieron por su potencial como contenedores de compuestos activos (agonistas) del LXR –o receptores X del hígado– que podrían afectar los procesos neurodegenerativos asociados con la enfermedad.

Estos receptores –presentes en el hígado, los riñones y las células inmunitarias– cumplen funciones cruciales en el organismo, entre ellas regular el metabolismo del colesterol y la inflamación. 

Sin embargo, el interés de los investigadores se centra en que estos receptores son factores de transcripción que regulan diversos genes encargados de la homeostasis (regulación) de colesterol, como la apolipoproteina E, que se han asociado con mecanismos de eliminación del péptido Aβ del cerebro.

El estudio de los extractos de estas plantas dio lugar a pruebas detalladas de caracterización fitoquímica para identificar las moléculas responsables de su potencial actividad agonista de LXR, y pruebas de su efecto en murinos que portan genes humanos asociados a la EA y que imitan las características de la misma, a estos ratones se les conoce como “modelos animales transgénicos”.

“Hasta el momento los extractos han mostrado ser potenciales alternativas terapéuticas, disminuyen los marcadores patológicos de la enfermedad y mejoran el aprendizaje, la memoria y la inflamación, es decir, disminuye los efectos de la patología”, precisa el profesor Gonzalo Humberto Arboleda Bustos, director de los grupos de investigación Neurociencias y Muerte Celular.

¿Qué ocurre en los ratones?

Como ya se había comprobado el efecto de las moléculas sintéticas, ahora el reto era usar las moléculas “promisorias” de las plantas colombianas mencionadas, y hacer nuevos ensayos para corroborar su efecto.

Con la tesis de Doctorado en Ciencias Biomédicas de Jonathan Mauricio Muñoz Cabrera, inicialmente se realizaron pruebas de comportamiento en grupos de murinos sanos y enfermos, usando el laberinto acuático de Morris.

Este experimento consiste en una piscina circular de plástico, llena de agua, que en su interior alberga una plataforma oculta que sirve como “refugio” para los animales.

Este ejercicio se hizo durante cinco días y se registró el tiempo que los roedores tardaban en llegar a las plataformas.

Los sanos aprendían a medida que se les enseñaba la tarea, y cada vez llegaban a la plataforma en menos tiempo, pero los murinos que imitaban la enfermedad nunca aprendieron y al día cinco seguían sin saber dónde estaba la plataforma.

Esta es una forma de medir la capacidad cognitiva, de ubicación espacial y el nivel de aprendizaje.

Según el investigador Muñoz, esta es una tarea dependiente del hipocampo, una región del cerebro relacionada con la memoria y el aprendizaje.

“Resulta interesante analizar esta área porque es una de las principales regiones cerebrales afectadas por el Alzheimer”, subrayó.

Luego se realizaron estas mismas pruebas, pero esta vez incluyendo a un grupo de murinos enfermos a los que previamente se les había suministrado el tratamiento con extractos –una vez al día durante 3 meses– a través de una sonda oral para asegurar la entrada directamente al estómago.

Sorprendentemente, encontraron que los animales tratados se desempeñaban mejor en la prueba, que aquellos que no recibieron las dosis de extractos, es decir, que la memoria y el aprendizaje mejoraban.

Este proyecto de investigación está en proceso de ser patentado.

*Con información de la Universidad Nacional de Colombia.

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