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Una novela de la vida real

Creo que el tema de moda es lo sucedido entre los dos actores Eileen y Alejandro. Este ha causado tanto revuelo que hasta yo lo he seguido muy juiciosamente; no porque sean ambos famosos, sino mejor por la cantidad de movilización social que ha generado.

Me inquieta mucho ver las dos versiones. La de ella como una mujer vulnerable e indefensa, que claramente tampoco es; y la de él, como ese hombre víctima, que lejos está también de serlo. Pero más allá de eso, me ha llamado mucho la atención las reacciones de nosotras como mujeres. He visto a mucha indignada diciendo que ella provocó tremenda golpiza por el hecho de no tener una boca muy prodigiosa de la que salieran palabras menos toscas para el actor.

Pues bien, desde mi punto de vista como mujer, como periodista y más aún como integrante de una familia en la que el género predominante es el femenino, debo decir con mucho respeto lo siguiente:

  1. Eileen no es ninguna alma indefensa, víctima de su novio. Efectivamente, el tipo sí es un reverendo patán y le dio demasiado duro de manera injustificada. Pero acá hay algo que deja muy claro, y es que el simple hecho de levantar la voz y decir una grosería es un acto de irrespeto, y ella ese filtro ya lo había pasado hace rato con su vocabulario.
  2. Alejandro, además de ser un hombre con mucha fuerza bruta, evidentemente sus neuronas tampoco están muy bien conectadas. ¿En qué mente medianamente cuerda cabe, salir a defenderse diciendo que él no le pegó, que fue una riña? En toda riña hay golpes y entonces, donde lo hubiese hecho con intención, la mata.
  3. Llegar a ese punto en una relación es un tema de culpabilidad mutua; él por el irrespeto verbal que muy seguramente recibía y aceptaba desde antes, y ella, por dejar avanzar una relación tortuosa que muy seguramente fue un cúmulo de agresiones que no necesariamente eran físicas.
  4. Es demasiado triste ver cómo la mayor agresión en contra de las mujeres es la que propiciamos nosotras mismas. Vivimos llenas de envidia por lo que la otra obtiene, nos cuesta reconocer la belleza y el profesionalismo de otras féminas; nos carcome hasta los ovarios ver el éxito y el avance en una mujer, que sea natural u operada, escalona profesionalmente, tiene un buen hombre a su lado y todo le fluye de manera positiva - al punto que, si es rubia peliteñida, el pelo lo mantiene divino y jamás se le pone amarillo -.
  5. ¿Por qué nos cuesta tanto aceptar que vivimos en un mundo de influenciadores? Si a la que le pegaron es famosa y ella quiere promover el NO maltrato, pues bienvenido sea, de su experiencia y gracias a lo que ella logre se pueden visibilizar otros casos. Pegarse y apoyar a aquel que pueda remar más rápido para cruzar victorioso la marea, es de inteligentes.

Y, por último, pero no menos importante, esta situación - que en definitiva es una novela de la vida real- nos debe dejar un cuestionamiento muy personal. Respondernos a nosotros mismos hasta dónde va nuestro amor propio, hasta dónde le permitimos al otro llegar y hasta qué punto nosotros somos más culpables que el mismo agresor porque se nos olvidó, en algún momento de la vida, que lo más importante para cada uno de nosotros debe ser ver y sentir en excelentes condiciones a ese ser humano que identificamos cuando nos ponemos frente a un espejo.

@Enlasa_te

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