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Una campaña con tamal y billete

“Cuando un candidato invierte millones y millones en su campaña, no es un candidato es un empresario y como empresario cuando sea elegido, solo  pensará en sacar lucro, provecho y en lo que menos pensará será en su gente”: Carlos Gaviria Díaz (1937-2015).
 
Es aterradora la contaminación visual y auditiva con pasacalles, pancartas, avisos, cuñas radiales, espacios ‘noticiosos’ comprados, anuncios en automotores y seres humanos que colocan como vallas publicitarias con camisetas y carteles de la campaña electoral que se desarrolla en Ibagué y el Tolima, donde el aspirante a la reelección a la gobernación Óscar Barreto por el partido conservador y John Esper Toledo, a la alcaldía, de Cambio Radical, se llevan el campeonato, seguidos de lejos por Ricardo Ferro. 
 
Son incalculables las toneladas de propaganda que estos candidatos sacan a las calles, veredas, rincones, en cada poste y árbol hay un pasacalle, una pancarta o afiche invitando a votar por ellos y como forma de conquistar incautos electores. También son descomunales las millonadas que invierten en esta actividad propagandística y, para rematar, es común escuchar decir en algunos medios radiales y comunicadores: “El que paga suena”. ¡Qué ética tan cicatera!
 
A ello, se agrega las manifestaciones transportadas  que ha caracterizado la campaña de Barreto, como la que realizó hace unos días en la capital del Tolima, donde trajeron buses hasta del Huila, la de Espinal con gente de Ibagué y todo el sur del departamento, el corregimiento del Convenio (Líbano), que dejaron sin transporte a la gente que tenía que trasladarse entre el cruce del antiguo Armero al Líbano e intermedias, al contratar todos los camperos y vehículos para trasladar gente a la reunión del candidato azul. Estas entre las más conocidas manifestaciones transportadas.
 
El tamal y el sancocho
 
Y qué decir  de Toledo (Luis H. Rodríguez-Trillizos) y sus famosos tamales y sancochos. Es contada la reunión de este aspirante que se hace sin estas delicias de la gastronomía típica tolimense,  además de la cantidad de camisetas que reparte su campaña con diseños definidos para hombre y mujer promocionando su nombre. Agregándole los espacios radiales que tiene a su disposición con unidad móvil incluida para encontrárselo de ‘casualidad’ en cualquier lugar de la ciudad por recóndito que sea y que entrevistarlo 20 minutos mínimo sobre temas de su programa de gobierno o diatribas contra sus adversarios.  Oportunidad que no tiene ningún otro candidato, salvo Ferro que también cuenta con sus espacios en radios locales para hacer lo mismo de Toledo y, que también, de vez en cuando invita a sus posibles electores a un asado.
 
Estos candidatos tienen en común la violación de todas las disposiciones legales que existen sobre topes y publicidad electoral, pues empezaron antes de lo permitido y la cantidad de dinero invertida nadie la conoce hasta el momento, pero es mucha al juzgar por los volúmenes que se mueven en Ibagué y el resto del Tolima, en el caso de Barreto. Y pensar que ninguna autoridad le pone el cascabel al gato sobre la inundación con esta maquinaria infernal de propaganda electoral.
 
La cuota inicial
 
Análogo a la política del tamal, los sancochos, asados y manifestaciones transportadas, se une la perversa y ya tradicional compra de ‘dirigentes’ de barrio, vereda o municipio que andan de campaña en campaña buscando el mejor postor para endosarles supuestamente cien, mil, cinco mil, diez mil o más votos por determinada suma de dinero. Solo que,  quienes los compran, han aprendido de las tumbadas que les han pegado y ahora realizan la misma operación pero bajo el sistema de Cuota Inicial, donde le adelantan la mitad o determinada cantidad de dinero a ese ‘dirigente’ (¿o mercenario?) y al final de los escrutinios si se reflejan los votos ofrecidos le pagan el resto. Generalmente quienes hacen estas degradantes  adquisiciones son los que tienen más recursos económicos y toman la política como una inversión, como un negocio no como un servicio a la comunidad.
 
En nuestra región solo falta que se acuda a la práctica de aquel político pastuso que por razón de su actividad comercial utilizaba cantidades de zapatos para pagar sus votos, pero solo entregaba el del pie izquierdo, y si cumplían, cedía el derecho.
 
El desequilibrio
 
Ante tan aberrante situación, es obvio el desequilibrio de los demás candidatos que participan en esta campaña frente al derroche de dinero de que hacen gala las campañas de estos tres candidatos. Entretanto, Mauricio Jaramillo Martínez, Carlos Eduardo Reyes y Carlos García, no cuentan con la parafernalia publicitaria de Óscar Barreto, mucho menos para el traslado de manifestaciones de una localidad a otra, amén de los demás gajes que tiene el aspirante a ser reelegido a la gobernación para ofrecer.
 
Igual cosa sucede con los candidatos a la alcaldía de Ibagué, Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez, Rubén Darío Rodríguez, Pompilio Avendaño y Emmanuel Arango, frente (fundamentalmente) a Toledo, que cuenta con toda clase de recursos de contratistas de la administración municipal, el Ibal, los Trillizos y de cierto empresario que quiere pasar del aguardiente a privatizar el agua de los ibaguereños. 
 
Aunque las campañas de estos candidatos tanto para la gobernación del Tolima y alcaldía de Ibagué, son normales y no acusan pobreza, solamente emplean los recursos necesarios e indispensables para llegar a sus electores, es claro que no pueden competir en pie de igualdad y, hay que reconocer,  que se encuentran en desventaja frente a las de Barreto, Toledo y Ferro, por aquello del billete que están invirtiendo.  Sin embargo, los que menos malgastan la plata, son los que aparecen con más opción para ganar la contienda. No todo es dinero.     
 
La política es una vocación no un negocio
 
Lamentablemente por estas prácticas corruptas la democracia termina secuestrada y los destinos de un pueblo en las manos menos indicadas. No queremos repetir historias ya conocidas de malos gobernantes y que el desarrollo social, económico, cultural y político se estanque. Queremos que en el departamento continúen mejorando las cosas y en Ibagué un nuevo amanecer.     

Consideramos al igual que el ex presidente Pepe Mujica del Uruguay, que: “La  política no es una profesión, la política es una vocación; una profunda vocación… no es el camino para llenar los bolsillos… el que le guste mucho la plata que se meta en el comercio o la industria…” Y nosotros agregaríamos: esta noble actividad la deben ejercer hombre y mujeres con verdadero sentido se servicio, honestos y transparentes. Y los electores tener conciencia de su responsabilidad y no entregar el voto por un mendrugo de pan. 

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