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"Que sea la voluntad de Dios, no me iré de mi casa": habitante de Villahermosa

Villahermosa es uno de los municipios más cercanos al Nevado del Ruiz. La alerta naranja mantiene a algunos habitantes con zozobra, mientras otros solo esperan que se haga la voluntad divina.
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Autor: Redacción Ibagué
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Redacción Ibagué
"Que sea la voluntad de Dios, no me iré de mi casa": habitante de Villahermosa

"Uno no sabe nada, ahí está mi diosito que es el que sabe cuándo va a explotar eso". En medio de escepticismo, esto es lo que expresa Luz Miryam, habitante de Villahermosa, uno de los municipios más cercanos al Nevado del Ruiz.

Diego Vargas, fotógrafo tolimense, habló con ella. Le comentó que lleva muchos años viviendo allí con su familia y, en caso de que haya erupción, no abandonaría todo lo que tiene en su hogar. 

"Yo estoy tranquila, lo mismo mi esposo. Él dice: que se cumpla la voluntad de Dios. Yo no me iría. ¿Por qué se va a ir uno? Dejar todo botado no, hay que esperar a ver cómo evoluciona esto", manifiesta. 

A pesar de que su panorama es aparentemente tranquilo, dice que sí existe una preocupación por el estado de las vías en el municipio, las cuales dificultarían la salida de vehículos si algo grave llegara a pasar. 

"Todo ha estado normal, yo no he visto algo raro. Se quejan que por la carretera, que de pronto no hay una salida. En un caso de emergencia no podrían salir las ambulancias, pues ya en otras ocasiones se ha visto que deben regresarse porque no pueden pasar", señaló. 

En eso coincide Augusto Cortés, otro residente de Villahermosa. Él sostiene que la evacuación se complicaría debido a las malas condiciones de la vía. 

"La carretera de acceso al pueblo es muy difícil y la que dirige a la vereda en la que está situado el Nevado también es terriblemente complicada. Para evacuar la gente hay problema", manifestó. 

A su vez, indicó que hay incertidumbre entre muchas personas que habitan el municipio, pues temen que ocurra una tragedia como la de Armero, en 1985.  

"Hasta ahora no ha caído ceniza, ni ha temblado, todo ha estado normal. Sin embargo, la gente con la zozobra de que no suceda algo como lo de pasó hace más de 30 años que fue gravísimo", contó. 

"A las 9:00 de la noche empezaron a caer piedras pequeñas, que no pesaban nada, y después empezó a llover arena", recordó. 

Lo propio hicieron Martín Buriticá y Gildardo Briñez, otros personajes del municipio que dialogaron con Diego. Lo que más se viene a su mente de ese desastre, es el olor a azufre impregnado en todo el territorio. 

"Tipo 3:00 de la tarde empezó el olor a azufre y a oscurecerse. Eran las 7:00 de la noche cuando un ruido espantoso y la primera explosión. Eso fue terrible, sentíamos que todo se desbarataba porque era una explosión muy tremenda. Seguía el ruido y se veía el páramo muy iluminado", narró.

"Uno siente miedo porque ya vivió ese impacto. Si eso llega a suceder, que Dios no lo quiera, es algo indescriptible que uno no puede explicar", añadió. 

Por su parte, Gildardo afirmó que aquel 13 de noviembre empezó a caer ceniza y "el páramo a echar candela, se llenó la calle y las casas de arena", precisó. 

Entre tanto, afirmó que, aunque siempre han vivido cerca del Nevado y hasta el momento no se han registrado hechos graves con su comportamiento, no pueden confiarse. 

"Siempre hemos convivido con él, pero que no pase lo que les pasó en Armero, que les avisaron y dijeron: aquí nacimos, aquí morimos; y ahí murieron", acotó.

 

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