Es noticia nacional la reaparición de las llamadas pirámides dinerarias en Ibagué y otros municipios colombianos, mediante las cuales ingenuos ciudadanos entregan de manera voluntaria el producto de sus ahorros, préstamos, prenda o hipoteca de sus bienes, a incógnitos timadores, ilusionados de que en poco tiempo recibirán lo aportado multiplicado por varios dígitos.
Esta actividad - ilícita en nuestro país - se soporta en las leyes de la progresividad geométrica y termina en que unos muy pocos avivatos (as) que están en la cúspide de la pirámide por ser sus gestores, defraudan a la gran mayoría, después de entregarles las migajas de la enorme torta que ellos deleitan, cuando la pirámide se revienta por insostenibilidad económica.
Este sistema de estructura piramidal, ha sido replicado en el comercio multinivel, en congregaciones religiosas y hasta en la política. Pero contrario a la pirámide dineral, su progresividad es matemática – no geométrica - y su inspiración no obedece a un exclusivo beneficio económico, sino el principal es obtener posiciones o segmentos de poder regional o nacional para su usufructo.
Para lograrlo, constituyen organizaciones informales y temporales de base, de acuerdo al factor residencial, ocupacional, de género, edad o similitud de necesidades ciudadanas. Son coordinadas por profesionales en el arte de la politiquería, y manipuladas de acuerdo a las conveniencias electorales del candidato (s) o las de su cúpula política.
Su diferencia con las organizaciones políticas tradicionales, es que no tienen el carácter de permanentes, sino que surgen en coyunturas específicas. Adolecen de una clientela burocrática, se publicitan como reivindicadoras y redentoras sociales, y es el populismo su estrategia ideológica de campaña.
Con la aparición de la pirámide “Telar de los Sueños” revivimos la tragedia que padecieron miles de ibaguereños en el año 2008, cuando estalló la crisis de las pirámides de David Murcia Guzmán y la DRFE en Colombia. Y adquiere vigencia el debate de su utilización como figura estructural en las campañas políticas.
Veo la campaña a la Alcaldía de Ibagué de Rubén Darío Correa, muy ligada a esta figura de la pirámide política. Correa utiliza desde hace varios años el poder del rating de sintonía de la emisora Radio Cadena Nacional y de su noticiero, para tejer redes de apoyo a su aspiración, al mejor estilo de las ‘Mandalas’.
Para lograrlo, apela a la socarrona solidaridad y asistencialismo social con los necesitados, a quienes organiza por problemas comunes como los del Acueducto Alterno, la agresión sexual, el feminicidio, el aumento del predial, destechados, invasores, etcétera, y con una cúpula directiva de la cual hacen parte un excongresista, varios abogados, empresarios y excontratistas del Estado caídos en desgracia, emprende las acciones de hecho y/o de derecho para tratar de mantener vigente la que presenta como la ‘gran ilusión’ y única manera de encontrarle solución a sus necesidades: votar por él, como futuro redentor de las mismas
Una verdadera pirámide. ¿O no?