En Ibagué, según el DANE, de sus 545.000 habitantes, el 50.1 % son jóvenes que están entre los 14 y 28 años de edad. Desde hace más de una década, es recurrente para muchos de esos jóvenes viajar a buscar nuevas oportunidades fuera Colombia y, en los últimos años, esa migración de ibaguereños hacía otros países se ha convertido en un fenómeno que afecta directamente a la ciudad.
¿Por qué se van los jóvenes de Ibagué? Todos los días se conocen más casos de familiares, amigos, compañeros, vecinos, que toman la decisión de migrar fuera del país, principalmente a USA, España y Australia, por falta de oportunidades. Justamente, el DANE señala que, a corte de 2020, más de 19.000 ibaguereños migraron, la mayoría de ellos jóvenes entre los 20 y los 34 años.
Nelson Sandoval es uno de ellos. Él es un diseñador gráfico ibaguereño que decidió migrar a Nueva York, porque, a pesar de estar bien cualificado en su área, el sueldo por trabajar 8 horas diarias en Ibagué no le era significativo con respecto a la inversión que había hecho para su preparación académica.
“En Ibagué, lo que me ganaba no cubría todos mis gastos. Aquí en USA puedo tener un buen estilo de vida. Ibagué necesita generar un buen desarrollo para que haya empleo con buenos contratos, las cosas deben mejorar para que la gente no se aburra y migre a buscar otras oportunidades”, dice Nelson.
Hay varios factores por los cuales los jóvenes deciden irse de Ibagué, entre los que se cuentan la falta de empleo, los bajos salarios, las pocas opciones de posgrados, los apretados círculos de influencias políticas que cierran las posibilidades de acceder a empleos u oportunidades para quien no esté dentro, las ganas de ampliar sus horizontes culturales y sociales, la informalidad y la poca atención de la Administración Municipal frente al tema.
Lina Cardona, joven comerciante de Ibagué, decidió migrar luego de no poder pagar los créditos de bancos y por no encontrar posibilidades laborales que le permitieran cumplir con sus obligaciones: “Viajé a España para buscar nuevas oportunidades que nunca encontré en Ibagué, así me doliera por dejar mis raíces y mi familia”.
En ese sentido, cuando se habla de desarrollo de un territorio, los jóvenes son el máximo potencial para hacerlo posible. Al migrar, al irse de una ciudad a lugares en los que no ejercerán sus profesiones o desde los cuales no habrá un retorno cercano, se produce una fuga de cerebros que no le permite a un municipio como Ibagué contar con los talentos, las ideas y el personal para llevar a cabo proyectos que ayuden a dinamizar la ciudad. No podemos permitir que los jóvenes ibaguereños sigan migrando por falta de oportunidades.
Dentro de los planes de acción para proyectar la ciudad a futuro, incluso hoy como parte de la contingencia, los distintos actores que mueven la economía, las políticas y las decisiones de inversión en Ibagué, deben pensar en las condiciones con las que se cuenta para la generación de empleo y su remuneración, pero también sobre el sostenimiento de la ciudad para los jóvenes. Si bien el apoyo a emprendimientos en variados espacios fue una solución, no ha sido suficiente y es necesaria la inclusión de los jóvenes en las dinámicas de desarrollo estructural de la ciudad.
Por su parte, las políticas públicas de juventud deben atender los problemas que plantean los jóvenes como, por ejemplo, la falta de infraestructura para actividades deportivas y de cultura, el bajo apoyo a estímulos para el desarrollo de emprendimientos comerciales, culturales y de la industria creativa. Incluso, es necesario repensar los modelos de acompañamiento psicosocial en casos de salud mental.
Todos estos aspectos que reclaman los jóvenes a la ciudad de Ibagué, a la que quieren y en la que desean permanecer, la capital musical no se los está ofreciendo, y se ha quedado corta en cuanto a las condiciones para que ellos y ellas le apuesten a quedarse.
Un proyecto de ciudad sin los y las jóvenes, es una propuesta incompleta. El compromiso es conjunto y debemos trabajar para construir una Ibagué para todos y todas ellas. El mejor plan que podemos imaginar también está en manos de los jóvenes ibaguereños. Ese es el camino.