Renzo García

Opinión

Universidad del Tolima: la ‘anatomía’ de un ocaso académico

Renzo García

Biólogo y Magíster en Territorio, Conflicto y Cultura

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25 de septiembre de 2025
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Durante casi una década, se ha intentado cimentar una falaz narrativa sobre la Universidad del Tolima (UT), la del supuesto rescate a manos del clan Barreto, del Partido Conservador. Con una fanfarria propagandística, se posicionó al exgobernador Oscar Barreto —hoy el senador más rico de Colombia y uno de los más ausentes— como el artífice de una salvación financiera que, como demostramos en su momento en un debate en la Asamblea Departamental, fue en realidad una conquista del movimiento estudiantil.

Aquella crítica, fundamentada en datos presupuestales, nos costó la estigmatización y los ataques de un aparato alineado con el poder político barretista. Hoy, esa misma defensa de la verdad, nos obliga a presentar esta radiografía de un declive que desmiente el relato oficial y expone la enfermedad terminal de la institución más importante del Tolima.

Radiografía de un colapso

Para evitar descalificaciones a priori, vamos a desarrollar un análisis de los indicadores de calidad académica de la UT, anclados en la objetividad de los datos.

El primer síntoma, y quizás el más doloroso, por afectar directamente al estudiantado, es el fracaso de la Universidad del Tolima en los resultados de las pruebas Saber PRO de las competencias genéricas. Según el Observatorio de la Universidad Colombiana, la UT se desplomó al puesto 176 en 2024. Este número no es una estadística aislada; es la evidencia de un colapso. Representa una caída libre desde la posición 127 que ostentaba apenas dos años antes (2022).

Clasificación de acuerdo a las pruebas Saber PRO 2024. Fuente: El Observatorio de la Universidad Colombiana. Enlace: https://www.universidad.edu.co/saber-pro-resultados-institucionales-2024-de-cada-una-de-las-ies/

Mientras universidades públicas homólogas de la región, como la Universidad de Caldas (puesto 40) o la Universidad Tecnológica de Pereira (puesto 49), compiten en la élite nacional, la UT se hunde en una mediocridad alarmante. La abismal diferencia con su par privada local, la Universidad de Ibagué (puesto 64), confirma que la crisis no es regional, sino el resultado de una profunda incapacidad administrativa y académica endémica.

Institución 2024 2023 2022 2021 Promedio 2024
Universidad del Tolima 176 137 127 154 139,3
Universidad de Ibagué 64 82 68 87 152,5
Conservatorio del Tolima 119 - 131 118 145,7
Universidad de Caldas 40 41 36 59 157,3
Universidad Tecnológica de Pereira 49 43 43 48 155,5
Universidad Colegio Mayor de Cundinamarca 52 56 39 47 154,9
Universidad de los Llanos 58 51 55 72 153,6
Universidad Surcolombiana 71 76 54 69 151,0
Universidad del Quindío 104 99 91 121 147,4
Universidad de Cundinamarca – Fusagasugá 111 84 102 101 146,7
Universidad de Cundinamarca – Girardot 145 97 122 108 142,1
Instituto Tolimense de Formación Técnica Profesional (ITFIP) 260 246 253 258 125,7

En segundo lugar, asistimos a la muerte de su capacidad investigativa. El ranking SCImago, un termómetro global de la producción científica, registra una “hemorragia” de prestigio incontenible. La UT pasó de una notable posición 8 en 2019 a un desolador puesto 34 para 2025.

El diagnóstico se vuelve terminal al consultar el ranking U-Sapiens, que mide exclusivamente la investigación en Colombia. Para 2025, la Universidad del Tolima simplemente no aparece. La razón es una vergüenza institucional, al día de hoy, no posee ni una sola revista científica indexada. En el ecosistema del conocimiento, esto equivale a una desconexión total con el diálogo científico nacional e internacional.

Finalmente, el golpe de gracia: la irrelevancia en el escenario mundial. En el prestigioso Ranking QS (Quacquarelli Symons), la Universidad del Tolima es invisible. Para la comunidad académica internacional, no existe.

Frente a lo anterior, no sobrarán los defensores del statu quo barretista, quienes esgrimirán una acreditación internacional "Platinum Class" de la agencia EQWAA. Sobre esta, vale la pena aclarar que EQWAA es una acreditadora enfocada en programas de Negocios en Latinoamérica. Aunque legítimo en su ámbito, no puede ni debe ser extrapolado como una certificación de la calidad integral. En adición, el proceso implica el pago de una membresía de $1,500 dólares anuales, lo que plantea una pregunta sobre si estamos ante un reconocimiento al mérito o un servicio adquirido. Inquieta que un directivo de la Universidad del Tolima figure simultáneamente como miembro del equipo de pares evaluadores internacionales de EQWAA, una superposición de roles que deje en entredicho la objetividad del reconocimiento.

Cuando la burocracia aniquila la academia

¿Cuál es la causa de este desastre? La hipótesis central, que ya no es una sospecha sino una conclusión lógica, nos indica que el colapso académico es un síntoma directo de la cooptación política de la Universidad del Tolima por parte del “Barretismo”. Cuando la misión de una institución de educación superior se desvía y la prioridad deja de ser la excelencia académica para convertirse en el control de puestos y contratos, el resultado es este. La meritocracia es reemplazada por el clientelismo, y el pensamiento crítico es sustituido por la lealtad burocrática.

La Universidad del Tolima, y con ella todo el departamento, se encuentra en una encrucijada histórica. No hay futuro próspero para una región si su principal centro de pensamiento se encuentra capturado por el clientelismo y la politiquería. Estudiantes, profesores, egresados, y la sociedad tolimense en general, merecen una institución que inspire orgullo, no lástima. La disyuntiva es clara: o la comunidad universitaria se sacude del yugo político que la asfixia para reclamar su autonomía y su vocación académica, o seremos testigos pasivos de su caída definitiva hacia la irrelevancia. La hora de la indiferencia ha terminado.

Adenda: La aprobación de la reforma a la Ley 30 en el Senado, es un paso positivo que busca aumentar los recursos para las instituciones de educación superior. Sin embargo, urgen mecanismos de control que, respetando la autonomía universitaria, garanticen que dichos recursos se inviertan efectivamente en el fortalecimiento de la docencia, la investigación, la proyección social y el bienestar estudiantil. Es un imperativo ético blindar la universidad de la rapiña de los clanes regionales que la ven como un botín, pues la autonomía no puede ser jamás un escudo para la fechoría y la mediocridad.

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Universidad del Tolima: la ‘anatomía’ de un ocaso académico - Columna de opinión por Renzo García en ElOlfato.com