Marco Emilio Hincapié

Opinión

Por un Tolima posible

Marco Emilio Hincapié

/@marcoemiliohr
10 de agosto de 2025
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Como alguna vez dijo López Pumarejo: “El deber del hombre de Estado es efectuar por medios pacíficos y constitucionales todo lo que haría una revolución por medios violentos”. Todo cambio implica una responsabilidad y, por primera vez en mucho tiempo, los sectores alternativos tenemos la oportunidad de llegar a consensos que beneficien a nuestro departamento.

Hoy, el pueblo tolimense necesita dirigentes capaces de dejar atrás la mezquindad política y abrir paso a una coalición sólida que derrote a los clanes que han gobernado por décadas.

Durante años, estos grupos han mantenido su poder a través de un modelo clientelista, heredado y perfeccionado generación tras generación. Su fuerza no proviene de una mejor visión de región, sino de la fragmentación de quienes quieren el cambio.

Hoy, los partidos alternativos y progresistas enfrentamos una disyuntiva histórica: persistir en pequeñas parcelas políticas, cuidando las siglas y el orgullo, o construir un frente común que pueda arrebatarles el poder a las élites que frenan el desarrollo social, económico y cultural del Tolima. La gente está cansada de las mismas caras y las mismas promesas; sin embargo, la esperanza se diluye cuando quienes deberían ser la alternativa se desgastan compitiendo entre sí.

La coalición no significa renunciar a las diferencias ideológicas. Significa reconocer que existe un piso ético y político compartido: defensa de lo público, lucha contra la corrupción, justicia social, respeto al medioambiente y compromiso con los derechos humanos. Con ese mínimo común, se puede articular un programa que hable no solo a las bases militantes, sino a ese electorado amplio que quiere un Tolima distinto.

No basta con sumar votos; hay que sumar credibilidad, propuestas y organización territorial. Un frente amplio progresista tendría la capacidad de presentar candidatos fuertes, respaldados por un plan serio y con presencia en todos los municipios. Es, además, la única forma de enfrentar el poder económico y mediático de los clanes.

El 2026 no puede ser un déjà vu electoral. Si la dispersión se impone, los mismos de siempre celebrarán otra victoria y el pueblo pagará la factura. La historia enseña que las transformaciones profundas se construyen con unidad y visión estratégica.

En el Tolima, la oportunidad está servida. Llegó el momento de asumir una madurez política que beneficie al pueblo y castigue a quienes se han enriquecido con el erario de la ciudadanía. Un departamento más digno, equitativo y desarrollado sí es posible.

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