Jose Baruth Tafur

Opinión

Sonríe mientras el clan hurtado saquea con descaro el dinero del pueblo

Jose Baruth Tafur

Abogado, especialista en marketing político y estrategias de campaña de la Universidad Externado.

03 de agosto de 2025
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La alcaldesa Johana Aranda, con esa sonrisa que en verdad es sospechosa y en una postura de negación absoluta, dice gobernar para todos. Pero la realidad parece ser muy distinta: afirma que gobierna para todos... sí, para todos los hurtadistas. ¿Quiénes son esos? Una especie que floreció en la administración de Andrés Hurtado y que hoy se reproduce como hongos bajo su sombra; que están exponiendo los asomos de presunta corrupción. Hablo de aquellos que no importa si están sindicados, criticados o embarrados hasta el cuello. Lo importante es que tengan el carné de fiel servidor del clan.

Miremos los brotes de esta selva espesa. Inicialmente encontramos a Alejandro Ortiz, hoy director de Cultura, pero más conocido por dos cosas: 1) organizar motines para sacar a todo aquel que no idolatrara a Hurtado en su primer año de gobierno, y que tiene claro sacar la carta de la familia y de una deportista para rencaucharse y crear necesidad. Así lo hizo para obtener la gerencia del Imdri; y 2) estar vinculado a un proceso por peculado por uso del estadio Manuel Murillo Toro. Lo mejor: la audiencia no fue pública. Así como lo oye. ¿La justicia a puerta cerrada? Bienvenidos al club de los amigos con beneficios.

Sigamos con Aquileo Medina, gerente del SETP, ese sistema que suena más a sigla de estafa que de transporte. El proceso de contratación huele a déjà vu del puente fantasma de la 60: sobrecostos, falta de transparencia y mucho “te contrato porque eres de la casa”. Como diría una tía: el que repite, repite porque le encantó el plato. ¿Será que pusieron al ratón a cuidar el queso? Un sistema de transporte que los ibaguereños ven como estafa, letreros con información errónea, pavimentación retardada, marcación de las vías... ¿en eso se fue la plata? Bueno, ¿y el transporte? Ah, pero averigüemos cuánta burocracia.

Y cómo olvidar al gerente de Infibagué, el señor Pava, que hace magia con los números... pero no para bien. Según denuncias, su gestión financiera tiene más huecos que las calles de la comuna 8. Eso sí, él sigue como si nada: sonriente, blindado, intocable. El club de los consentidos no se mancha con críticas. Para eso están los comunicados y los amigos con micrófono.

Leandro Vera, por su parte, ha encontrado una nueva manera de hacer cultura ciudadana: entregando sudaderas con el eslogan de Hurtado desde la Secretaría de Desarrollo Social. Porque nada dice "gobierno imparcial" como regalar la ropa de tu jefe político con recursos públicos. ¡Aplausos! El colmo del servilismo, con el sello del erario.

Y todo esto bajo la mirada difusa de Johana Aranda, que cuando no está en tarima bailando con niños, está haciéndose la desentendida mientras sus funcionarios juegan a ver quién puede manchar más la institucionalidad sin que pase nada.

La corrupción aquí no es un accidente, doctora Aranda, se está volviendo un hábito representada en estos funcionarios; esto es un modus operandi. El actuar del clan Hurtado, la verdad, no se investiga: se oculta detrás de audiencias privadas, contratistas felices y gerentes agradecidos.

Ah, y si alguien pregunta por ética pública, simplemente dígale que eso es parte del pasado. Que aquí se gobierna con lealtad... pero al clan.

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