
Opinión
«J de Jaime, P de Porras… Hurtado quiere corregir a quien le brindo la mano, ahora son Judas y Pedro”
Jose Baruth Tafur
Abogado, especialista en marketing político y estrategias de campaña de la Universidad Externado.
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Abrir WhatsAppHay que tener una dosis importante de desmemoria, otra de ego desbordado y una pizca de arrogancia mal cocinada para pararse frente a un micrófono —o peor, en una fiesta política en representación de un partido que nunca ayudo a construir como lo es el partido de la U— y pretender dictar clases de liderazgo, sin siquiera haber pasado por la más básica lección: el respeto.
El jefe del clan Hurtado un pizco de apellido Hurtado, ese mismo que en declaraciones se refiere a las mujeres con descalificativos y minimizando su rol fundamental en la sociedad al llamarlas según él no brillantes, que equivocado, que cegado esta por la ambición el poder y la arrogancia, es así como se despachó en la fiesta del Partido de la U el pasado 27 de junio como si estuviera celebrando un triunfo moral. Lo que no sabíamos es que esa noche también iba a estrenar un nuevo personaje: el padre político. Porque, a sí, se refirió a Jaime Yepes como si fuera un hijo descarriado al que había que reprender públicamente. Qué valentía la suya.
A Hurtado, al parecer, no le bastó con las investigaciones, los escándalos ni la pérdida de credibilidad ante buena parte de la ciudadanía. Ahora también quiere subirse al púlpito para llamar a cuentas nada más y nada menos que a Jaime Yepes, el mismo que durante más de dos décadas sostuvo, construyó y representó al Partido de la U en el Tolima. El mismo que fue dos veces alcalde de Icononzo, diputado y cuatro veces representante a la Cámara, mientras Hurtado estaba empezando con los escándalos como el de los piques ilegales del aeropuerto.
Y aunque uno podría entender el entusiasmo de quien recién llega, confundir liderazgo con irrespeto es un error de principiante, pero también de quien jamás ha entendido de sabiduría, ni de historia, ni de dignidad.
En una entrevista reciente con Ondas de Ibagué, Hurtado dejó caer la joya del día: "Yo llamo a cuentas porque no vine a adular a nadie... Yo estoy para hacer crecer este partido y lo estoy logrando. Si a mí me va a incomodar que el jefe del Partido de la U me diga que: ¡no estoy haciendo bien mi trabajo! ¡pues lo lamento! ¡pero el padre le dice a su hijo cuando las cosas están mal hechas.!”
¿Padre político? ¿Hijo corregido? Lo preocupante no es solo la metáfora absurda, sino el desprecio implícito a quien, guste o no, ha sido una figura determinante en la consolidación del Partido de la U en el Tolima. Hurtado presume haberlo llevado de 17 a 47 municipios, como si los años de trabajo anterior es decir los de Jaime Yepes no hubieran existido. Como si Jaime Yepes no hubiera sostenido las banderas del partido cuando muchos otros, incluido Hurtado, ni siquiera se acercaban al color amarillo.
Y es aquí donde toca hacer una pausa, no para rendir pleitesía, sino para pedir cordura. Porque cuando se habla de política, también se habla de trayectoria. De edad. De dignidad. Y si algo exige la historia, es reconocer los cimientos sobre los que se pisa. Aunque ya se demostró el talante al observar las acciones y escuchar las palabras contra las mujeres; los antecedentes hablan por sí solos al ver como anteriormente mordió la mano de un exalcalde Liberal y el Exgobernador Conservador.
Sí, los partidos deben renovarse. Pero renovación no es sinónimo de deslealtad, ni de soberbia. Se puede construir algo nuevo sin patear lo que se ha hecho. Se puede aspirar a liderar sin comportarse como un caudillo menor con ínfulas de emperador.
Andrés Hurtado debería recordar que no se llama a cuentas a quien construyó la casa donde hoy se sienta a brindar. Porque una cosa es reclamar protagonismo, y otra muy distinta es creerse dueño de la historia.
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