
Opinión
Larga vida a los tercos
Andrés Tafur Villarreal
Profesor de la Universidad del Tolima
Compartir en
Únete a nuestro canal en WhatsApp
Noticias confiables y al instante, directo en tu celular.
Abrir WhatsAppMientras Ibagué dormía (y duerme) bajo el peso de la costumbre y la indiferencia, alguien escribía. Mientras los puestos y los contratos cambiaban de manos en salones cerrados, alguien preguntaba. Mientras los discursos oficiales prometían cambiarlo todo para que todo siguiera igual, alguien revisaba los documentos, cruzaba datos, tocaba puertas.
Ese “alguien” ha sido, por once años, EL OLFATO.
No nació para agradar y quizá por eso mismo incomodó desde que vio la luz. Su trabajo no hizo eco en los festines ni celebrado por la clase política que, para ese entonces, ya mordía los recursos de los Juegos Deportivos Nacionales. Pero sí fue leído por los ciudadanos atentos, por los indignados solitarios, por los jóvenes que buscaban entender por qué su ciudad parecía estancada pese a tanta promesa de progreso.
Desde sus primeras publicaciones, este medio tomó una decisión que parece sencilla, pero es profundamente ética: creer que la verdad, aunque parcial y fragmentaria, debía ser buscada con terquedad. Así llegaron las denuncias sobre la corrupción en los Juegos Nacionales, los piques ilegales en el aeropuerto, los hallazgos sobre las irregularidades en la Cámara de Comercio, las sombras alrededor de la contratación pública, los negocios con la salud del departamento y un largo y lamentable etcétera.
Nadie les regaló el camino. Sin el respaldo de una gran casa editorial, sin favores oficiales ni bendiciones políticas, EL OLFATO ha construido su reputación desde el margen, con un equipo reducido, sin más protección que la de su propio criterio. Y ha resistido: a los ataques digitales, al desprestigio, al cansancio. Porque también hay cansancio en el periodismo: el de ver que las denuncias no siempre tienen consecuencias, que los poderosos siguen siéndolo, que a veces todo parece volver al punto cero. Pero aun así, siguen.
En una ciudad donde muchos medios locales han optado por el acomodo —porque es más fácil, porque es más rentable, porque da menos miedo—, EL OLFATO ha elegido el camino más difícil: ser fiel a su audiencia, no a los auspiciadores del momento. Informar con profundidad en una época de titulares veloces. Explicar sin subestimar. Dudar incluso cuando todo parece cierto.
No es solo un medio de comunicación. Es un archivo vivo de la Ibagué reciente. Quien quiera saber qué pasó con tal contrato, tal licitación, tal promesa incumplida, encontrará allí la huella escrita de un equipo que se ha tomado el oficio en serio. Que ha entendido que informar no es llenar espacios, sino abrirlos. No es reproducir el poder, sino someterlo a escrutinio. Desnudarlo.
En una época de saturación informativa, donde abundan los medios pero escasea el periodismo, EL OLFATO representa una rareza valiosa: la persistencia. Y eso, en tiempos como estos, es más que suficiente para celebrar.
Once años después, siguen escribiendo mientras otros, con la boca llena, callan. Y eso hace toda la diferencia.
Únete a nuestro canal en WhatsApp
Noticias confiables y al instante, directo en tu celular.
Abrir WhatsAppLeer más de
Andrés Tafur Villarreal
