Mendigando cultura

La cultura en Colombia parece vivir de discursos y no de hechos. Mientras en Bogotá se repite que somos “potencia creativa”, festivales que transforman economías y comunidades, como el Ibagué Festival, no cuentan con apoyo.

Estamos cansados de escuchar que la cultura es prioridad, que la música une a los pueblos o que “Colombia es potencia creativa”. Pero, cuando llega la hora de respaldar esas frases, los recursos se esfuman. ¿De qué sirve tanto eslogan si el Gobierno Nacional no pone los recursos en el territorio?

Empiezo por aclarar que un festival no es solo un escenario con luces y artistas. Es una cadena de aprendizajes, oficios y saberes: desde la formación de niños y jóvenes que sueñan con ser músicos, hasta los artesanos, técnicos, lutieres, gestores y emprendedores que hacen posible cada concierto.

El Ibagué Festival es un ejemplo claro. No se trata únicamente de traer artistas internacionales de altísimo nivel —que los hay—, sino de crear un espacio donde confluyen la formación académica y la proyección cultural.

Cada edición deja huella en los jóvenes que se forman en las escuelas de música, en los visitantes que llegan a la ciudad, en los hoteles que se llenan y en el sector gastronómico que se ve beneficiado. Es economía en movimiento, pero con un valor agregado que pocos sectores pueden dar: dignidad y sentido de pertenencia.

Por eso resulta desconcertante que, pese a las palabras bonitas que desde Bogotá se pronuncian sobre la importancia de la cultura, el Ministerio de Cultura no haya destinado un solo peso para apoyar un festival de esta magnitud.

La ciudad musical de Colombia merece más que discursos; merece decisiones concretas que reconozcan el valor de la música como motor de integración regional y de transformación social.

Y aquí también vale cuestionar el silencio de algunos congresistas que deberían estar haciendo control para garantizar que los recursos de la cultura lleguen a un departamento tan rico en expresiones artísticas como el Tolima.

Es necesario que nuestros lideres en Bogotá exijan que se comprometan y ejecuten partidas presupuestales para el departamento. No podemos seguir aceptando migajas mientras se reparten grandes rubros en otras regiones. El Tolima merece más. La cultura no es un lujo: es un derecho, y defenderla exige alzar la voz.