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La historia reciente de la administración pública en nuestra ciudad, muestra un interés mayor de su dirigencia en postergar la materialización de los problemas que en su solución. 

La promesa de la administración anterior de entregar agua tratada en el sur el último día de su mandato, a sabiendas de que estaba mintiendo para entregarle el problema en llamas a Hurtado, es solo un ejemplo de esa práctica.

La administración de la ciudad se ha limitado a la gestión del día a día, apostándole a la suerte para encomendarle a esta que no ocurran – por lo menos en su mandato – eventos de magnitud que muestren de cuerpo entero la falta de gestión de las grandes problemáticas: prevención de desastres y alcantarillado son dos de los botones demostrativos de esta dinámica.

Con cierta periodicidad, las laderas se vienen encima de las personas, generalmente pobres, en desarrollo de un imaginario que pareciera derivarse de mala suerte y no como realmente es de una pésima gestión del riesgo; que ha postergado por casi una década la confección de los estudios de riesgo que se ordenaron en  el Plan de Ordenamiento Territorial de Luis H. 

La reubicación de moradores en situación de riesgo, el análisis técnico de las causas de riesgo y la programación de las labores de mitigación, claramente  no obedecen a una política consistente en la tarea de gobierno.

Lo propio y con igual o mayor riesgo ocurre con la gestión del alcantarillado. Las inversiones en esta materia, que tienen un costo proyectado multimillonario, no están en las cuentas del plan de desarrollo ni en las finanzas del Ibal.  

La infraestructura de servicio, que ya cumplió su vida útil, colapsa a diario a lo largo y ancho de la ciudad, reclamando doliente que lleve el problema a la agenda pública que hoy está copada por la suspensión del alcalde y las piruetas requeridas para devolverlo a su trono de Instagram con sus tenis blancos.

Hurtado decidió hace rato que el problema del alcantarillado no se confrontará en su mandato y que, seguramente, salvo algunos escapes rutinarios de materia fecal en las calles y avenidas, el asunto no se terminará de reventar de aquí a diciembre del año entrante. 

Se equivoca el Alcalde en la apuesta, porque el problema no es solo de fetidez e incompetencia, el problema se le puede reventar en los próximos meses a raíz del efecto demoledor que en las finanzas del Ibal está generando la tasa por contaminación que se ha duplicado en el presente año y que convirtió a la empresa en el gran deudor de Cortolima, entidad que, a pesar de  hacer parte de la tal “agenda institucional tripartita”, tendrá que morderlo en cualquier momento, porque como dijo el candidato con el que se identi… fica el alcalde: plata es plata.

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