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30 años de Constitución: ¿Qué pasó con la descentralización territorial?

Nuestra Constitución es flexible, ambigua, contradictoria y pretenciosa, está dotada con principios y diseños de vanguardia que aspiran a operar en un país que se niega a superar la herencia institucional, productiva y social de la colonia, olvidando, parafraseando al maestro Darío Echandía, que “esto no es Dinamarca sino Cundinamarca”.  

Esa ambigüedad y flexibilidad presente en cada arista de la carta magna fue el mejor acuerdo posible en un país que diluye la línea entre política y violencia, no obstante, también dotó con herramientas institucionales a la posibilidad de refutar sus principios fundamentales de avanzada y, por ende, negarse así misma, tal y como ocurre con la “descentralización territorial”. 

La configuración de la descentralización responde al modelo unitario del 86 con algunos principios adicionales, por eso el artículo 1º de nuestra carta magna define a Colombia como una república unitaria y “descentralizada”, con “autonomía en sus entes territoriales”, democrática, participativa y pluralista, sintetizando esa dicotomía entre centralización política y descentralización administrativa. ¿Qué pasó con la descentralización territorial que nos prometió la constitución del 91? 

Hoy ni los municipios, ni los departamentos cuentan con las herramientas institucionales, presupuestales y fiscales necesarias para atender autónomamente los conflictos sociales del territorio, pues desde el nivel central y con la complicidad del Congreso, progresivamente se les ha ido cercenando esa posibilidad. 

A los municipios, como entidad territorial fundamental de la división política administrativa, le fueron asignadas funciones de gestión local, atendiendo a la premisa que nadie conoce más los problemas del territorio que quienes viven en él.

Sin embargo, las reformas constitucionales y la propia ambigüedad de la carta política del 91, ha permitido resquebrajar el principio de la descentralización territorial, transformándola en uno de los tantos mitos de nuestro andamiaje institucional.

Prueba de ello es que la inmensa mayoría de ellos terminaron dependiendo del nivel central, toda vez que los recursos necesarios para lograr cumplir con esa función de construir las obras que demande el progreso local, estará supeditado al éxito que tengan los alcaldes desfilando “totuma en mano” de ministerio en ministerio, acompañados por algún senador o político lobista cercano al Gobierno Nacional de turno. De lo contrario, su gestión estará condenada a fracasar.  

Parece que la descentralización fue otro concepto amortiguador, de esos que se enaltecen por algún tiempo para aplacar los ánimos de las voces discordantes. No sólo ocurre con el tema de recursos, también se presenta en asuntos como: el ordenamiento territorial, la reglamentación de los usos del suelo, la preservación y defensa del patrimonio ecológico y la participación comunitaria.

Ejemplo de ello es la forma como se han desconocido los efectos de las consultas populares, la forma como han macartizado a quienes defienden la soberanía del territorio frente a la dictadura minera, hasta incluso en pandemia hay que pedir permiso al Ministerio del Interior para tomar cualquier decisión. La élite política colombiana cree que el país termina en Bogotá, un día ofrecieron descentralización y terminaron “Bogotanizando” el país.  

La descentralización territorial terminó convirtiéndose en un principio constitucional que se ha desmantelado paulatinamente. La infraestructura vial es diseñada para conectar el centro del país con las zonas portuarias, el despliegue estratégico de la Fuerza Pública prioriza las zonas industrializadas, la brecha de competitividad entre el centro y la periferia es cada vez más alta, el país sigue partido entre Colombia y la “Colombia profunda".

Es hora de ir al territorio con presupuesto, planeación, democracia y proyección, esa será la mejor forma para garantizar la verdadera descentralización y el desarrollo del país desde la ciudad más grande, hasta el municipio más apartado. 

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