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Se cayó la tributaria, ¿y ahora que sigue?

El proyecto de reforma tributaria logró condensar y expulsar el descontento social que yacía represado en el corazón de los colombianos desde hace décadas.

Ahora, si debido a la presión civil y política, el proyecto fue retirado y se ordenó la construcción de un nuevo texto, según la presidencia, sin IVA y sin renta a personas naturales ¿Por qué continúan las movilizaciones?.

Consenso o coerción, diálogo o violencia, son elementos que todo Estado elige según el nivel de empatía, entendimiento, autocrítica y voluntad política que tengan las instituciones y por supuesto, quienes las controlan.

En el caso colombiano, la necesidad de repensar el pacto social fue desplazada por la soberbia y el autoritarismo, dejando a la fecha, según la Defensoría del Pueblo y diversas ONG, 43 muertos, 168 desaparecidos, 29 lesiones oculares, 13 casos de violencia sexual y más de 1000 detenciones.

Cifras que superan con creces los reportes de países como Chile y Perú, en sus ya mundialmente conocidos episodios de estallido social.

Lo anterior hace que el andamiaje institucional de la fuerza pública sea cuestionado, que la desmilitarización del tratamiento a las manifestaciones sea incluida en los pliegos de exigencias y que propuestas como la de eliminarle el fuero penal militar sean puestas sobre la mesa. 

Por otro lado, el estallido social es precedido por causas objetivas, alimentadas y reprimidas por décadas, presentes en la relación instituciones-ciudadanía y en la marcada crisis económica que llegó a su clímax con la pandemia.

Para ilustrar un poco, sólo en el caso ibaguereño, según el Dane, la pobreza extrema incrementó 300%, reportando básicamente que más de 72 mil ibaguereños están pasando hambre. En el ámbito nacional, 42,6%, casi la mitad de los colombianos, son pobres.

Todo lo anterior sumado a una institucionalidad desconectada, a un gobierno que concentra excesivamente el poder, que asume transitoriamente facultades legislativas, que nombra amigos en todas las IAS y que permite, según Indepaz, el asesinato de un líder social cada 48 horas en lo que va del 2021.

La ciudadanía en las calles, cansada, frustrada, marginada y reprimida, busca la democracia que no encuentra en las instituciones, busca oportunidades económicas, busca respuestas. Por eso, tumbar la reforma tributaria no es ni será suficiente. 

Todo lo anteriormente expuesto debe ser leído e interpretado por las autoridades. Desconocer las causas objetivas anteriormente expuestas frustra la posibilidad de interlocutar y encontrar consensos.

Las instituciones deben oír y estar a la altura de las circunstancias históricas, por eso celebro las iniciativas de algunos entes regionales y rechazo las mezquindad del Gobierno Nacional a la hora de reconocer la crisis, el descontento y las peticiones.

Por último, nadie sabe con exactitud en qué parará todo esto, aun así, el analista político Ariel Ávila comparte, a mi juicio, acertados escenarios posibles.

El primero, el escenario Venezuela, en donde la protesta es socavada con violencia y represión; el segundo, el escenario Chile, en donde el estallido social da origen a un proceso constituyente; el tercero, el escenario Perú, en dónde la ciudadanía tumba presidentes, pero luego, desilusionada con los escenarios institucionales no sale a votar, dejándole el camino libre a dos candidaturas corruptas; y por último, el escenario Colombia, en donde el paro nunca se desactiva, nunca hay acuerdos y las manifestaciones tienen periódicamente picos y bajos. Aun así, agregaría que este escenario colombiano puede culminar en el proceso electoral de 2022. 

Mientras el tiempo nos expresa qué escenario se hace real, la labor de todos los actores institucionales debe estar volcada al dialogo y la negociación. Es urgente abrir canales humanitarios y frenar cualquier posibilidad de violencia.

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