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Estacionamiento callejero, un problema de todos

Llegó el momento de enfrentar, entre todos, una de las principales problemáticas que afectan la movilidad en Ibagué: el estacionamiento callejero.

Día a día, encontramos vehículos estacionados por toda la ciudad, obstruyendo el flujo vehicular. Los agentes de Tránsito y las grúas ya resultan insuficientes para sancionar a todos los conductores -egoístas e incultos- que estacionan en la calle, sin importarles que su comportamiento afecta a los demás.

Y es que tampoco les preocupa el castigo económico que establece el Código Nacional de Tránsito. Según estadísticas oficiales, en el primer semestre de 2018 se incrementó en un 53 % el número de comparendos impuestos por estacionar en sitios prohibidos. De 2.652 conductores sancionados en el 2017 se pasó este año a 5.736 infracciones.

El proyecto de las zonas azules que pretende implementar la Alcaldía de Ibagué es una iniciativa que, bien planteada, puede organizar en parte el desorden que hay en la actualidad. En Medellín y en Envigado, por ejemplo, las áreas de estacionamiento callejero funcionan correctamente.

Sin embargo, el problema de Ibagué es otro. Para nadie es un secreto que la falta de cultura ciudadana está haciendo invivible nuestra agradable capital.


No solo observamos vías taponadas por miles de vehículos, sino también calles inundadas de basura, busetas recogiendo pasajeros en cualquier lugar, motociclistas circulando sobre los andenes y otras conductas individualistas que nos afectan a todos.

Pero volviendo al tema del estacionamiento callejero, es claro que las zonas azules no serán la solución si no se implementan campañas -privadas y públicas- de educación. La mayoría de conductores de Ibagué simplemente no quiere pagar parqueaderos.

En la calle 64, cerca de la avenida Guabinal, en la zona de comidas rápidas, hay dos parqueaderos públicos -en la misma calle- pero los comensales prefieren invadir media calzada, en lugar de pagar $2.000 que cuesta el estacionamiento. Esta escena se repite en todas partes.

Por eso, desde este editorial, convocamos a los gremios económicos, a los empresarios, a las universidades, a las organizaciones sociales, a los profesionales y a los demás medios de comunicación de la ciudad para que lideremos los proyectos de cultura ciudadana que nos permitan enfrentar y transformar las cosas que no están bien en nuestra ciudad. Es fundamental que el sector privado lidere estas iniciativas porque a los políticos, pareciera, que la cultura ciudadana no les interesa.

Para la muestra, un botón. El alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo publicó en sus redes sociales, el 30 de enero de 2016, un mes después de su posesión, una fotografía junto al hoy senador Antanas Mockus en la que anunciaba que el exalcalde de Bogotá participaría en las campañas de cultura ciudadana de su administración.

“Estuve junto a Antanas Mockus, conformando el gran equipo que garantizará que la cultura ciudadana sea una realidad en la ciudad”, escribió en ese momento Jara- millo, lo cual terminó siendo otro de sus anuncios incumplidos. No hubo ni habrá campañas de cultura ciudadana con Antanas Mockus, porque desde el pasado 20 de julio es senador de la República.

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