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La crisis de liderazgo en la Universidad del Tolima

La universidad pública del departamento se alista para un nuevo proceso de elección de sus autoridades académicas y administrativas. Afirmo que aunque habrá ganadores y ganadoras, no obstante, la institución será la gran derrotada. La institución, su comunidad académica y la región.

A las decanaturas: 

El presente proceso de elección de Decanos se surtió mientras los estudiantes y los profesores - de planta y de cátedra - se encontraban en vacaciones. Parece irrisorio, pero el talante de la democracia universitaria es de ese t-amaño: no se discuten propuestas, no se realizan debates y nadie hace (ni hará) balances críticos de las facultades que se disputan electoralmente.
 
Todo el mundo actúa como rueda suelta en la disputa a muerte “por lo suyo”.
 
Es paradójico: la institución que propugna por el debate de ideas para la sociedad lo niega para ella misma; la institución que le propone a las elecciones locales y regionales prácticas de transparencia, se guarda para sí el récord de lo más oscuro.

En mi opinión, para lo único que sirven los Decanos en la UT es para acomodarse o para hacerle oposición a la administración de turno en el Consejo Académico (donde los burócratas entran por la puerta y la academia sale por la ventana), y para pelearse la representación de las autoridades académicas en el Consejo Superior, allá en donde se aprueba el presupuesto y se vota para elegir rector.
 
En nueve años que tengo en la UT, no he sabido de ningún proceso o proyecto digno de reconocimiento que haya liderado Decano o Decana. Son personas que demandan mucho respeto pero que no hacen nada para merecerlo.
 
Lo que más llama la atención de la presente elección son los nombres en juego. De no ser por dos o tres candidatos y candidatas, tendríamos un digno grupo de “reencauchados-as”. Algunos porque buscan reelección, otras porque quieren pasar de la “decanatura en encargatura” a la “decanatura en propiedad” y otros que quieren volver - por segunda o tercera vez - al cargo, con la promesa de hacer lo que nunca hicieron. 
 
De nuevo Montealegre, Velásquez, Ferrero, Lozano Botache, Rivera, Núñez, Reinoso… la terrible nómina de “los de siempre”, apellidos que nunca aparecen citados en publicaciones académicas, pero que siempre aparecen instalados en las vicerrectorías, las decanaturas, las jefaturas de departamento, la representaciones profesorales, etcétera, etcétera.
 
Si la Universidad del Tolima está tan mal, ¿No es precisamente por culpa de los mismos y las mismas que la han “liderado” desde hace una década?
 
En esta materia, paradójicamente, antes que haber afectado positivamente las prácticas de puertas afuera, la universidad se dejó contaminar hasta los huesos de puertas adentro. Nada tiene que envidiarle al espectáculo despreciable de los partidos por el poder local, regional y nacional.

A la rectoría:

Si el anterior panorama es terrible, este es tenebroso. Programáticamente, los dos candidatos que se disputan el máximo cargo académico-administrativo de la UT son idénticos: sus propuestas no van más allá del límite que les impone el Ministerio de Educación Nacional. 
 
Por “estar al día” y también por coerción, ambos repiten como grabadoras los mismos significantes vacíos, sin prestar atención a los efectos negativos asociados a ellos: acreditación, calidad, internacionalización, bilingüismo, indexación, investigación, Colciencias, regalías, emprendimiento, empresa, negocios.
 
Ambos, al igual que los candidatos a las decanaturas, han ocupado todo tipo de cargos - siempre han estado en algún cargo - y, no hace falta decirlo, con ellos dos en los cargos de dirección, esta es la universidad que tenemos.
 
Germán Rubio, recordando por acabar con revistas, quemar archivos, atropellar a sus subalternos, precarizar a los profesores, clientelizar el Idead y acomodar a sus familiares en las oficinas de la universidad. Muñoz, por ser el responsable directo de la peor crisis financiera, académica y ética que ha conocido la UT. La actual.
 
La única diferencia seria, más allá de que nos quieran hacer ver a uno como “de izquierda” - lo cual es el mejor chiste de los últimos tres años - y al otro “de ultraderecha” - lo cual no es menos chistoso -, es que el segundo, Rubio, pretende ser un gerente (?) y el primero, Muñoz, un administrador (?).
 
Si las diferencias entre estos dos candidatos no está en lo programático, porque ideológicamente son pares, entonces sus fortalezas están en lo clientelar. Carisma no tiene ninguno de los dos. Las propuestas, las clientelas y la personalidad son los tres vínculos principales que se tejen entre candidatos y electores.
 
Saben los dos, por todos estos años que llevan ocupando cargos directivos en la UT, que la rectoría no se gana con propuestas ni con carisma. Saben que no se gana con los votos de los profesores, los estudiantes o los egresados. Saben los dos que se gana en el Consejo Superior, en donde los votos se intercambian por favores, y todo tipo de acuerdos, ninguno de ellos beneficioso para la universidad.
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Universidades como la de Nariño escogen su rector por voto directo de los estudiantes y los profesores hace más de 20 años, la UT debería empezar a andar por ese camino, sino se quiere eternizar en el juego perverso en que los mismos Judas y Barrabases se hacen pasar por Jesucristo, a sabiendas de que sólo son traidores y ladrones.

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