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Los jóvenes tienen la razón

Senador de la República

En el gran paro nacional convocado para el 21 de noviembre, que se ha prolongado por dos semanas, no han participado solo jóvenes. Porque otros también podremos contarles a nuestros hijos y nietos que tuvimos el honor de respaldar esta formidable movilización democrática. Pero es irrefutable que sin el valor, la generosidad y el patriotismo juvenil, el reclamo no habría logrado el enorme éxito que alcanzó. Gracias a ellos.

Estamos ante la mayor movilización social de la historia de Colombia. Por las multitudes que la han respaldado, la diversidad de los sectores sociales que la hicieron suya, los numerosos municipios movilizados y el tiempo transcurrido. Y con ella se dio el primer gran cacerolazo nacional, forma de protesta que les permite participar a los que no pueden hacerlo de otra manera. Esta es la verdad de lo sucedido. Así Duque y sus alfiles utilicen ardides para negarlo, hasta caer en osos peludos. La otra conclusión innegable indica que ha de haber un malestar muy grande para darse una protesta de este calibre, cuyos motivos respalda el 74 por ciento de los colombianos (Gallup).

A los jóvenes los movilizaron que 550 mil de ellos son ni-ni, ni estudian ni trabajan porque el país se lo niega. El desempleo juvenil llega al 18 por ciento. 394 mil le deben hasta la camisa al Icetex y ven en su futuro los duros pagos de estas deudas y el desempleo o los malos empleos. Aunque parezca mentira, aumentan los profesores a los que solo les pagan diez meses al año. Son inicuas las condiciones laborales de los médicos y demás trabajadores de la salud. Y el paro derrotó el proyecto de ley del senador Álvaro Uribe, que ponía a los jóvenes a trabajar por menos del salario mínimo, la misma propuesta de Luis Carlos Sarmiento Angulo.

Los neoliberales dicen que quieren mucho a los niños y a los jóvenes, pero el 72 por ciento de sus padres sufre por el desempleo y la informalidad y entre ellos pulula la pobreza. Carrasquilla explicó que “la gente se pensionará con lo que ahorre” (bit.ly/356jYiM, wp.me/a99Bcq-2JI), es decir, que los que de chiripa logren adquirir ese derecho, recibirán pensiones miserables, del orden del 25 por ciento del sueldo promedio de los últimos diez años.

También llenó las calles el repudio juvenil a la inmensa corrupción en el poder, la privatización del sector financiero estatal, el omnipresente maltrato ambiental y la reforma tributaria, que les reduce los impuestos a los súper superricos del mundo que operan en Colombia (bit.ly/2Ro9nvR) y se los sube a los pobres y a la clase media. Y la impulsó bastante que Colombia sea el cuarto país más desigual del mundo y que lo hayan sometido a las orientaciones de la OCDE. Es obvio que los jóvenes, con razón, no creen que Duque busque ofrecerles un futuro amable o siquiera parecido al de antes de la globalización neoliberal.

Esta movilización se agiganta al saberse que Duque y los suyos actuaron como Herodes, al intentar matarla en la cuna, mediante falsedades y manipulaciones, la forma solapada con la que atentaron contra el derecho constitucional de los colombianos a protestar, con lo que mostraron la poca estima en la que tienen la democracia. Que además no insistan en la falacia de negar que la movilización ha sido pacífica y democrática, como con acierto la promovió el Comité Nacional de Paro. Y ningún daño a la propiedad pública o privada –que repudiamos y que es por completo ajeno al reclamo y a sus orientaciones– justifica los excesos de fuerza del Esmad y menos la muerte del joven Dilan Cruz, víctima de un arma diseñada para que pueda matar y que el Estado no ha debido entregarle al Esmad, que se supone es una fuerza de carácter civil ante reclamos de civiles.

Entre los peores yerros de Duque, resalta su actitud soberbia de desconocer al Comité Nacional de Paro como el vocero de la gente que reclama, utilizando una fórmula hasta ridícula para hacerlo. Porque un gran porcentaje de los invitados a opinar votaron por Duque, se opusieron a la protesta y pueden ser sometidos por la mermelada de la Casa de Nariño. Muy bien por la alcaldesa Claudia López al decirle a Duque que no le actuaba de comparsa en esa pantomima, porque la gente que estaba en la calle tenía sus voceros.

Y no es que Duque no pueda pedirle opinión a quien quiera sobre lo que desee. Es que las 13 peticiones del Comité Nacional de Paro que promovió la protesta tienen todo el respaldo democrático para tramitarse por aparte, en razón del gran reclamo que las respalda, nunca antes visto en Colombia, y porque el Presidente debe asumir, con respeto, la atención del derecho a protestar que la Constitución le otorga a la ciudadanía.

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