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Los días difíciles de la Universidad del Tolima

Investigación
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Desde hace tres semanas, estudiantes y trabajadores de la Universidad del Tolima vienen manifestando que diferentes situaciones de orden administrativo y de seguridad han confluido para generar un ambiente de “tensa calma”, al interior del campus.

Los más recientes disturbios en la universidad son uno de los síntomas de que algo no está bien. A esta redacción, varios estudiantes y trabajadores, le hicieron conocer que detrás de esos altercados en el orden público, hay otros hechos que se deben tener en cuenta, para tender las dimensiones del aparente “problema de gobernabilidad” de la institución educativa superior.


Asamblea permanente de estudiantes, directivos y trabajadores para exigir rendición de cuentas, paro de profesores de cátedra, bloqueo de estudiantes por “despidos injustificados”, déficit presupuestal, agresiones severas entre miembros de la comunidad universitaria, panfletos y amenazas entre grupos clandestinos.

Finalmente, como si fuera poco, una comisión especial del Consejo Superior Universitario, conformada hace dos semanas para investigar, en detalle, la progresiva contratación de personal administrativo.

Bienestar, seguridad y convivencia

Las agresiones en el restaurante estudiantil por la intolerancia entre los usuarios y la ausencia de planes de contingencia por parte de la Vicerrectoría de Desarrollo Humano, terminaron en un grave hecho de violencia a las afueras de la institución que afectó al estudiante Johan Herrera, de III semestre de Economía, agredido con un arma cortopunzante.

Pese a sus dimensiones, el hecho no es nuevo. Episodios como ese se han presentado en el mismo restaurante, debido a las condiciones “tan problemáticas” - al decir de algunos usuarios - de acceso. Con sorna, los estudiantes señalan que día a día protagonizan “Los juegos del hambre”:

Largas filas al rayo del sol, incómodas aglomeraciones a más de 30 grados de temperatura, malos olores por un caño contiguo al comedor, y una estructura construida para 500 usuarios pero que, a la hora del almuerzo, recibe diariamente cerca de 1000. “Todos quienes comer a las 12:00 en punto, nadie quiere respetar las filas”.

El otro punto débil del bienestar universitario son las residencias estudiantiles: sólo 28 cupos para una población que supera los 7 mil estudiantes, reservados para hombres, en una estructura que cuenta con más de 30 años (incluso el actual rector, José Herman Muñoz Ñungo, vivió allí) razón por la cual los estudiantes están demandando la construcción de unas nuevas instalaciones que no excluyan del derecho a las estudiantes.


Por otra parte, el Sindicato de Trabajadores Universitarios de Colombia, Sintraunicol, ha denunciado las afectaciones que para los administrativos genera el consumo de sustancias psicoactivas en distintos espacios de la universidad, asunto que ha empezado a generar choques entre funcionarios y consumidores.

Sintraunicol también viene denunciando el maltrato del que han sido objeto algunos vigilantes y oficinistas, y exigiendo a las directivas tomar cartas en el asunto. Los vecinos de la UT tampoco están contentos con la situación.

El otro problema que ha denunciado visceralmente el sindicato es el de la movilidad. Mientras el campus se queda sin espacio para “parquear” los carros, la universidad tiene en arriendo su parqueadero a un privado hace más de cinco años, por la suma de 256 mil pesos. (Ver documento)

El embrollo es que, al parecer, no hay esperanza cercana de contar con ese parqueadero, debido a que, “por descuido o desidia”, el contrato de arrendamiento se renovó automáticamente después de vencido, y ahora la institución enfrenta un litigio para poder recuperarlo.

En medio de esta situación, han aparecido vehículos rayados, magullados y estropeados por quienes, desde el anonimato, exigen que la universidad sea un espacio para las personas y no para los carros.

El semestre pasado intentaron prenderle fuego a dos vehículos, otros aparecieron con grafitis y otros con los parabrisas y ventanas destrozadas. Esto también ha afectado a profesores y estudiantes que ingresan su vehículo al campus, quienes exigen medidas inmediatas de seguridad como cámaras y torniquetes a la entrada de la universidad.

Déficit, austeridad y “malversación”

En las dos rendiciones de cuentas de la semana pasada, la administración aceptó que existe un déficit financiero de cinco mil millones de pesos, razón por la cual gestionará un crédito bancario para cubrir rubros que ya están presupuestados pero que no han sido consignados por el gobierno nacional.

También aceptó que ese déficit se podría acrecentar, debido a que no hay certeza de que lleguen a la universidad los recursos que están presupuestados.


La gravedad del asunto, de acuerdo con algunos profesores, es que estos son gastos de funcionamiento,  algo como “hacer préstamos para pagar la tarjeta de crédito”, manifestó Jorge Renza, el director del Observatorio del Empleo de la Universidad del Tolima.

Debido a esta situación, y siguiendo la directiva de Juan Manuel Santos, las directivas diseñaron un “Plan de austeridad”, que sin embargo no ha sido bien recibido por algunos miembros de la comunidad universitaria.

De acuerdo con la Asociación Sindical de Profesores Universitarios, ASPU, la medida rectoral descarga el déficit sobre los profesores y los estudiantes, pero deja intacto el exagerado gasto de la nómina administrativa.

Las cifras llaman poderosamente la atención: la UT gasta en total una suma cercana a los 79 mil millones de pesos anuales en su la planta de personal, de los cuales, el 53 por ciento corresponde a la nómina de profesores y el 47 restante a la de administrativos. Las voces de protesta no se hicieron esperar.

Desde que inició la administración del profesor Muñoz Ñungo, en noviembre de 2012, ha incrementado la planta de personal administrativo en todas las modalidades de contratación, desde los trabajadores en la planta, pasando por los transitorios, los provisionales y los contratistas (OPS).

Relación trabajadores transitorios y de planta

El crecimiento aparentemente injustificado de la nómina administrativa llevó a que el pasado fin de semana, la representante del Ministerio de Educación, el representante de la Presidencia, el de los exrectores y el de los gremios económicos en el Consejo Superior, conformaran una comisión para investigar detalladamente los objetos contractuales de las OPS, y los argumentos para ampliar la planta de provisionales y transitorios. (Ver Informe a miembros del Consejo Superior)

En el profesorado tampoco ha caído bien la contratación de OPS, y así lo hizo saber a través de la representación profesoral y los sindicatos en las dos sesiones de rendición de cuentas de la semana pasada, en donde el estamento expresó su preocupación y las dudas que tiene respecto de la situación financiera de la institución

A lo largo de su intervención, el rector expuso la raíz de los problemas financieros de la UT, originados por la desfinanciación estructural de la educación pública, los faltantes ocasionados por el incremento del IPC por debajo del salario mínimo y el valor de los puntos salariales en 2012 y 2013, entre otras situaciones, que tienen a agravar las finanzas de la universidad.

Por otra parte, debido a la “apuesta académica por la acreditación”, se crearon nuevos gastos en el presupuesto que no estaban antes de iniciar su administración. Algunos de estos son: movilidad académica, acreditación de Alta Calidad, dedicación exclusiva, matrículas económicas para posgrados, aumento presupuestal del centro cultural, creación de la oficina de proyección social, creación de la oficina de gestión y educación ambiental, subestación eléctrica, nuevos buses, etc.

Sobre las OPS, Muñoz Ñungo confirmó que el gasto total en esta modalidad de contratación ha superado los 12 mil millones de pesos, pero que pudo ser mayor y que con base en eso la universidad ha mejorado.

Esto se debe a que las personas contratadas mediante esta modalidad se vinculan para trabajos específicos, y a que, desde en su administración, se han multiplicado los convenios interadministrativos, las facultades han mejorado su gestión, lo cual justifica el volumen de la contratación.

De acuerdo con el rector, tener una universidad de calidad y con pertinencia social cuesta, y no es gratuito que hoy la UT ocupe el puesto 24 entre las mejores universidades de colombia, de acuerdo con Scimago Institutions Rankings; y que lleve a cabo proyectos sociales que le han permitido integrarse con los problemas más acuciantes del entorno, a través de Proyección Social.

Persiste la preocupación

Los ejercicios de rendición de cuentas por parte de las directivas de la U.T han sido bien recibidos, sin embargo, son percibidos como tardíos.

Hace tiempo que la comunidad universitaria esperaba que se le tomará en cuenta y se le escuchara, no obstante, es a pocos meses de finalizar la administración Muñoz Ñungo que se abre esa oportunidad.

La pregunta inicial es ¿Qué motivó a las directivas a actuar de esa manera? Sin duda los rumores sobre la crisis han prendido las alarmas de todos, y los profesores no han sido la excepción.

La presión que la comunidad académica ha empezado a ejercer sobre la administración dio resultado y logró que se sentara el cuerpo directo a confrontar su verdad con la verdad que emana de los cuerpos profesorales y en general de la comunidad.

Sin embargo, quedan en el aire diversas preocupaciones relacionadas con temas delicados como la inestabilidad y la precariedad de los profesores de cátedra (el 85 por ciento del estamento profesoral), la vieja normatividad interna, la exagerada contratación de administrativos, las cifras globales, la falta de un norte estratégico, más allá de la acreditación institucional; los abruptos cambios presupuestales en oficinas de un año a otro, el convenio con la San martín, los problemas de convivencia y bienestar, y sobre todo, la ausencia de espacios de participación para concertar salidas a la crisis institucional.

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