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Las historias de miedo que despierta el ‘gota a gota’ en Ibagué

Ibagué
Autor: ElOlfato
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ElOlfato

Para él la palabra compasión no existe. No lo deben conmover las lágrimas ni los gritos de misericordia. No tiene piedad. Está entrenado para cobrar y hacer sufrir si es necesario.

‘Julio’ es uno de los cientos de cobradores de las cerca de 50 oficinas de préstamos a ‘gota a gota’, ‘presta diario’ o ‘credi fácil’ que hay en Ibagué, según cálculos de inteligencia de la Policía.

Se trata de un sistema de crédito ilegal, pero rápido y sin mayores requisitos que tiene contra la pared y sumidos en el miedo a miles de tenderos, vendedores ambulantes, peluqueros y pequeños comerciantes de las plazas de mercado de la ciudad.

EL OLFATO habló con ‘Julio’, una de las fichas de ese negocio criminal, que al comienzo puede ser un alivio a las necesidades económicas, pero que gota a gota se convierte en un sistema de esclavitud financiera. Esta es su historia.

“Les pregunté a unos gota a gota del barrio que si había trabajo para mí porque estaba sin empleo y con dos hijos. Entonces fui a la oficina a llevar la hoja de vida, pero me dijeron que no servía, que ese trabajo era para locos.

“Les dije que estaba urgido del trabajo, que me enseñaran qué me tocaba hacer, que yo aprendía rápido y empecé al otro día. El horario es desde las 7:00 de la mañana hasta las 7:00 de la noche.

“Me mandaron con uno de los más antiguos para que mirara cómo tocaba cobrar y para conocer a los deudores.

“Al segundo día me soltaron solo y el supervisor me mostró un tablero con las personas en ‘negrilla’ a las que tocaba cobrarles duro porque eran las que más debían, pues tenían más de cinco días sin pagar.

“Ese día me fue mal. Ellos le ponen un monto por cobrar de $1’200.000 diarios, pero yo solo hice $750.000. Me dijeron que no servía para eso, que así no era, que a la gente tocaba entrarle muy duro.

“Al otro día me acompañó el supervisor y al verme cobrar me gritó y me trató de gono…, que a la gente hay que tratarla mal porque así como saca prestado también tiene que pagar, que la plata no se regala.

“Me dijo esto se hace así y empezó a gritar: ‘Oiga, usted cree que yo soy el carro de la basura que pasa por la plata cuando a usted se le da la gana. Mire a ver cómo vamos a hacer. O me paga o me le llevo el televisor viejo hijuetantas’.

“Yo empecé a ser más bravero y más fuerte. A la gente que me mama gallo con los pagos toca hablarle con groserías y si toca sacar la pistola pues la saco. La pistola no es de verdad, es de juguete.

“Cuando no quieren abrir la puerta toca mirar por la ventana, meterse al patio, tumbar la puerta o romper vidrios. Hay mucha gente que se esconde y se hace negar, por eso uno entra a las malas, empuja la puerta y les dice bueno cómo vamos a arreglar la cosa.

“Lo que pasa es que hay gente que tiene hasta 16 ‘gota a gotas’. Me acuerdo de una viejita en Belén, con una tienda. Uno la veía surtida y después para atrás y para atrás, muy mal. Un día había 16 motos en la puerta haciéndole fila para cobrarle. Esa viejita renovaba y con la plata que le daban les pagaba a otros.

La dura renovación

“La renovación es un mecanismo que uno utiliza para tener amarrado al cliente, para no dejarlo respirar y sacarle la plata. Cuando uno presta $100.000 los intereses son del 25% a 25 días y la cuota diaria es de $5.000 pesos. Cuando uno presta $200.000 el plazo es a 30 días y la cuota es de $10.000 diarios.

“La renovación se les hace en la cuota 15. Ese día uno les presta los $75.000 que ya han pagado y se vuelve a arrancar de cero, como si les prestara todos los $100.000.

“La gente ya sabe cómo funciona esto. Lo más increíble es que hay personas tan necesitadas que cuando van en la cuota 10 ya me piden renovación. Uno les da $50.000 y comienzan a pagar los $100.000 de nuevo.

“Se le presta a la gente de las tiendas, a los de las plazas de mercado, al que usted vea todos los días, así sea el mazamorrero, puede ser de dulces o minutos.

“Los de las plazas son los más colgados, pero también son los más agresivos y groseros. Son duros para pagar y se esconden. En la plaza de la 21 había cuatro hermanas. Un día se reunieron y me dijeron que ya no querían pagar y me sacaron cuchillos.

‘Nos toca ser braveros y groseros’

“¿Por qué a ‘los goteros’ nos toca ser braveros? Porque si uno no cumple la cuota entonces nos cobran ‘la marrana’, nos descuentan cada día del salario $10.000. Si alguien no quiso pagar me toca responder a mí. Además, cada día nos toca llevar cinco personas nuevas, a las que toca prestarles plata.

“Así como se cobra así mismo se presta, uno no debe llegar con un solo peso a la oficina en la noche. Si no llevo la lista de las cinco nuevas también me cobran la ‘marrana’ de $10.000. Si llego después de las 7:00 de la noche son $10.000 que me descuentan, si en la mañana llego tarde son otros $10.000. Los lunes el supervisor revisa las motos, deben estar limpias, sin polvo, si está sucia debe pagar $15.000.

“Así como ellos lo ponen a ganar en muchas cosas también lo ponen a perder. El sueldo es de 1’200.000. Por cobrar duro hay semanas que me gano la comisión adicional de $100.000, pero hay otras malas en las que pierdo plata.

“Si la gente no paga hay que echar mano de lo que sea. A veces uno les quita la moto, el celular, el computador portátil o los electrodomésticos, lo que encuentre y solo se les devuelve cuando paguen. Si la gente se pone muy dura para pagar nos toca romperles los vidrios y llevar un video a la oficina.

“Hay momentos en los que siento miedo por mi vida. Un día en el Ricaurte la gente me recibió con machete y con palos, el peligro se siente en todo momento.

“En ocasiones me siento mal con la gente, como si los estuviera robando, especialmente a las viejitas. Una señora se enfermó de tanto estrés con el ‘gota a gota’ -tenía como 9- que la tuvieron que hospitalizar y a mí me tocaba irle a cobrar allá en el Federico Lleras, no importaba su condición.

“Le puedo confesar que he pensado en retirarme, esto es muy duro, uno anda envenenado y mi familia sufre mucho, pero en Ibagué no hay empleo. Trabajo en esta vaina por pura necesidad”.

*Nombre cambiado por solicitud de la fuente.

‘Me madrean, me tratan mal, uno ya les tiene pánico’

Cristina* tiene un pequeño puesto de venta de frutas en una plaza de mercado de Ibagué. Sin importar si el día estuvo malo, si llovió o le tocó ir al médico con su esposo discapacitado, ella tiene que pagar los $25.000 de cuota por los cuatro ‘gota a gota’ que la acosan sin clemencia.

“Llevo cinco años pagando ‘gota a gota’. Nos ofrecen la plata sin fiadores y uno con tantas necesidades pues cae fácilmente en eso. Uno no tiene plata para trabajar y ellos le prestan a uno para surtir el negocio o los servicios, pero cuando el dinero se pone difícil, como ahora, pues no se les puede pagar y comienzan los problemas”, dice la mujer de 66 años.

Su drama comienza ese día que no tiene el dinero para pagar. Cristina hace silencio, baja la cabeza y sus ojos se enlagunan de lágrimas. “Ese día llegan a insultarlo a uno y le botan las cositas al piso, agarran la fruta a patadas, me madrean, me tratan mal. Uno ya les tiene pánico y hasta me amenazan de muerte”, comenta.

Su esposo está en estado de coma y gran parte de las ventas se le van en el pago de los $250.000 del servicio de luz mensual por el uso de una planta de oxígeno para mantenerlo vivo.

“Somos muy pobres, de estrato uno, en un barrio de baja calidad, no tengo a nadie, entonces uno se ve obligado a acudir a ellos. Unos prestan al 20% y otros al 25%. Son 25 cuotas por $5.000 diarios”, afirma la mujer.

Lo más grave es que Cristina no encuentra salidas a esa presión del ‘gota a gota’. “A cada rato me toca refinanciar, yo no le veo salida a esto, no la encuentro. La única sería que alguien me prestara para pagarles a ellos todo y a bajo interés, pero quién me presta a mí con esta pobreza”, dice Cristina.

Lleva siete años en el ‘paga diario’

Detrás del mostrador de una tienda de Ibagué se ve a una mujer frágil, sin esperanza y aburrida. Marina vive resignada a ser víctima del ‘paga diario’. De hecho, no se sonroja cuando afirma que lleva siete de sus 53 años de vida pagando ‘gota a gota’.

“Ellos son unas pirañas, nos amenazan y hasta me han pegado. Un día me rompieron los vidrios de la vitrina y uno de ellos me pegó con el casco, fue terrible, pero uno agacha la cabeza porque necesita la plata para pagar las cuentas, a los proveedores y para los servicios de la casa”, dice Marina.

En este momento tiene una deuda de $800.000 con cinco ‘gota a gotas’. Su hija, que le ayudaba económicamente, cayó hace dos años en un operativo contra el tráfico de drogas y está en la cárcel. A cargo de Marina están sus nietos de 6 y 8 años.

“A veces me ha tocado dejar de comer para pagar, porque vienen y lo insultan a uno y hasta me han dicho que me van a matar si no les pago. Cuando pido refinanciar me sacan los intereses por delante, uno trabaja para ellos”, afirma la tendera.

¿Quiénes controlan el negocio criminal en la ciudad?

EL OLFATO estableció que detrás del negocio criminal del ‘gota a gota’ en Ibagué hay tentáculos del microtráfico de drogas para lavar el dinero, producto de la venta de estupefacientes en la ciudad.

Sin embargo, también hay prestamistas que tienen un capital y que ven en ese sistema de crédito fácil un medio para lucrarse rápidamente, debido a las altas tasas de interés que oscilan entre el 20% y 30%.

Una investigación de la Policía indica que el negocio para ellos es tan rentable que hay quienes tienen hasta tres oficinas de ‘gota a gota’, cada una con un promedio de 15 cobradores o ‘goteros’.

La mayoría de cobradores provienen del Valle, el Eje Cafetero y Antioquia. Utilizan carrieles, cangureras, ponchos y talonarios y tarjetas con publicidad como ‘Crédi fácil’, ‘Presta max’, ‘Crédi Tolima’, ‘Crédi López’, ‘Inversiones Orozco’, ‘Inversiones Evan’, entre muchos otros.

Las oficinas de ‘gota a gota’ están ubicadas en barrios residenciales, donde alquilan casas o apartamentos como fachadas. Los sectores más afectados son las tiendas, minimercados, plazas de mercado, vendedores ambulantes, conductores de busetas y las peluquerías.

La gran parte de las personas afectadas trabajan en locales de Picaleña, Mirolindo, Ciudadela Simón Bolívar, Belén, El Salado, Gaitán, el Centro y Jardín.  

La Policía trabaja para demostrar que con el ‘gota a gota’ hay un concurso de delitos alrededor de la usura, escrito en el artículo 305 del Código Penal.

Debido a que la usura es excarcelable, las autoridades buscan la comisión de otros delitos que aseguren el envío a la cárcel de los responsables como amenaza, extorsión, constreñimiento, hurto, lesiones personales y porte ilegal de armas.

Sin embargo, para perseguir judicial y penalmente a los responsables las autoridades se han encontrado con un grave obstáculo: no hay denuncias.

A pesar de los atropellos, las personas que acceden a este tipo de créditos no denuncian porque lo ven como una manera rápida de tener dinero sin trámites y además les tienen miedo.

Gremios dicen que hay alternativas para pobres en sector financiero

La Cámara de Comercio de Ibagué (CCI) y Fenalco Tolima consideran que la forma de hacerle el quite al ‘paga diario’ es fomentar entre los pequeños comerciantes el acceso al sistema financiero que ofrece microcréditos.

Luis Alfredo Huertas, presidente de la CCI, dice que las alternativas están pero que falta promoción y conocimiento.

“El sistema financiero ofrece microcréditos a personas no bancarizadas, no necesitan respaldo, ni garantías, casi los mismos cánones del ‘gota a gota’, pero con bajas tasas de interés y sin que le saquen el bate o un arma”, dice Huertas.

En Ibagué hay bancos de este perfil como Mundo Mujer, Bancompartir, Banco W y Banco Agrario.

“El ‘gota a gota’ es un tema de extorsión, por eso hace falta promoción de otras alternativas o alianzas para ayudar a estas personas agobiadas por ese sistema criminal de créditos. La Alcaldía, por ejemplo, debe hacer más”, dijo el dirigente gremial.

El director de Fenalco Tolima, Óscar Díaz, señala que a los tenderos de la ciudad los capacitan sobre emprendimiento comercial, liderazgo y mercadeo, así como en el flujo de caja.

“Estamos haciendo énfasis con los tenderos en el manejo eficiente de los recursos y análisis constantes sobre si están ganando o perdiendo con su actividad económica”, precisó Díaz.

Según el dirigente gremial, Fenalco tiene una alianza con Bancolombia para que los tenderos accedan a créditos blandos, sin necesidad de presentar estados financieros. Solo deben llevar facturas y listado de proveedores.

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