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La Nueva EPS del Tolima: una pesadilla infernal 

Desde que la ley 100 de 1963, privatizó  el derecho fundamental de cualquier ciudadano de tener el servicio de salud, surgieron esas espantosas máquinas de la muerte que llaman Entidades Promotoras de Salud (EPS).

Son empresas que no tienen piedad, compasión ni escrúpulos de ninguna clase. Solo el dinero y las grandes ganancias son su objetivo a costa del padecimiento y sufrimiento de pacientes y familias enteras que por obligación y necesidad tenemos que acudir a estos tenebrosos negocios que se guardan los dineros que los contribuyentes y el gobierno depositan en ellas. No en vano,  tenemos el caso de Salucoop, para citar solo uno, de la perversión que representan las EPS, donde los recursos de la salud son destinados a campos golf exclusivos, financiación de equipos deportivos, el mantenimientos de grandes villas y de una vida suntuosa y estrafalaria de sus directivos y no pasa nada, en el país del Sagrado Corazón y de la impunidad de la justicia.

Este sombrío panorama,  nos dio material para escribir esta columna como afiliado a la Nueva EPS regional Tolima, entidad que absolvió a la mayoría proveniente del desaparecido Instituto de Seguros Sociales (ISS), pero que hoy cuenta con cerca de 60 mil afiliados del régimen contributivo y otros 70 mil que le llegaron de Caprecom, desde el pasado primero de enero, para un total de 140 mil aproximadamente, sin tener la capacidad para atender a tal número, y sin contar con los beneficiarios del servicio, según el dirigente de la CUT Tolima, Héctor González. Esto se refleja en la pésima atención que está prestando.

Pero la Nueva EPS, además, tiene deudas millonarias con los hospitales del departamento, a los que no les cancela servicios prestados durante todo el 2015, y para citar un ejemplo, tenemos el Líbano al que le adeudan cerca de mil millones. Se agrega a ello, la pésima atención que se ofrece en el antihigiénico centro de la 42 con quinta, donde se toman las muestras de sangre y orina, que se ha convertido más en una plaza congestionada y hacinada de mercado que un laboratorio donde se manejan este tipo de muestras tan importantes y delicadas  para los diagnósticos médicos. Es un espectáculo deprimente ver allí a una cantidad de pacientes de todas las edades y condiciones, que superan los 600 diarios, que duran entres tres y cuatro horas para que los atiendan,  apuñuscados en unas instalaciones vetustas, inadecuadas y sucias, pasar a unos módulos ídem a que les tomen los exámenes s. ¿A qué autoridad de salud le corresponde vigilar y controlar estos laboratorios de garaje? Mínimo se gana la sellada.

Este establecimiento es manejado por el Centro Médico y Oftalmológico (CMO), que como se sabe es la IPS exclusiva de la Nueva EPS para prestar la atención de primer nivel. Y este contubernio, es el que se encarga de poner obstáculos, dilatar y hasta negar los servicios médicos y asistenciales a los cotizantes y beneficiarios, por diversas razones, entre ellas, la incapacidad de planta física y de personal para atender a tanto afiliado. La Nueva EPS, no estaba preparada ni capacitada para recibir a Caprecom.

Muestra de ello, es que en la actualidad y bajo cualquier pretexto se niega la atención o controles de pacientes en Bogotá de cirugías o enfermedades que no pueden ser atendidas en Ibagué, por falta de médicos especializados o de implementos técnicos avanzados. También hemos escuchado en la prensa y noticieros de radio que hasta las tutelas las están incumpliendo o burlando al no disponer de enfermeras para pacientes delicados o terminales que se han ganado ese derecho en los juzgados.

A los pacientes que requieren servicios especializados se les están demorando las órdenes hasta más de seis meses, debido a los retenes y evasivas que les sacan de una u otra forma para demorar los procedimientos, y qué decir de las citas médicas para medicina general que se están demorando más de ocho y diez días para atender al paciente.

Sin contar el tiempo y hasta la humillación, que sufren quienes van a reclamar órdenes de especialistas, autorizaciones de intervenciones quirúrgicas o de hospitalizaciones. Mínimo tienen que perder entre cuatro y seis horas, cuando no todo el día o la semana por las miles de trabas que les ponen en las oficinas de la 30-31 con quinta.

Y qué decir de los constantes retrasos en el pago de salarios a los médicos especialistas y generales hasta de tres meses, por parte de CMO, donde en ocasiones se han negado a prestar el servicio no enviando sus agendas para el turno de los pacientes o simplemente han renunciado al sentirse burlados.

Cómo será la situación de crítica, que el suministro de medicamentos por parte de la farmacia de Colsubsidio, se ha vuelto común el ‘pendiente’; es decir, entregan una parte de las formulas y después de un tiempo, prolongado en la mayoría de los casos, le entregan el resto.

Estos son los laberintos y la maraña kafkiana de nuestra salud, donde se puede entrar pero nunca salir, porque el establecimiento ha diseñado un sistema tan perverso que hasta los propietarios de discotecas pueden ser accionistas de empresas de salud como en el caso de CMO.

Y pensar que con el correr del tiempo, la Nueva EPS y CMO, se están convirtiendo en una pesadilla infernal para los afiliados a esta entidad que de clientes del negocio de la salud pasan a mercancías desvalorizadas, donde la vida tiene un bajo precio y la muerte es la única esperanza.

 

 

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