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Padre Freddy Martínez: el Ángel Caído

EL OLFATO accedió al expediente que tiene la Fiscalía en contra del padre Freddy Martínez, en el que se ponen al descubierto hechos escalofriantes, testimonios desgarradores y un modus operandi que se centra en la sanación, el sexo y el fuego.
Investigación
Autor: Luis Eduardo González
Autor:
Luis Eduardo González
Padre Freddy Martínez: el ángel caído
Foto: Cortesía / Fiscalía General de la Nación

En un escrito de la Fiscalía General de la Nación están consignados los testimonios, confesiones e interceptaciones telefónicas que comprometen seriamente al sacerdote Freddy Martínez, famoso por sus multitudinarias misas de sanación, y quien fue capturado hace una semana en Ibagué por graves delitos sexuales. (Ver: Capturan al sacerdote Freddy Martínez por denuncias de abuso sexual de feligreses en Ibagué)

Ese material, obtenido por EL OLFATO, contiene hechos realmente escalofriantes y todas las declaraciones encajan en el rompecabezas que armó la fiscal del caso, experta en investigar este tipo de conductas. Precisamente, debido al abundante material probatorio recaudado por los investigadores del CTI, el juez de control de garantías aceptó que el religioso fuera trasladado a la cárcel de Picaleña. (Ver: A la cárcel de Picaleña fue trasladado el sacerdote Freddy Martínez)

Seis mujeres y un hombre, que pertenecieron a los grupos juveniles del padre Freddy -en periodos diferentes-, narraron situaciones que dejaron al descubierto el presunto modus operandi que empleó Martínez desde que era vicario en la parroquia San Juan Bautista, del barrio Jordán segunda etapa, en el año 2001.

Sin embargo, los simpatizantes del sacerdote insisten en que se trata solo de habladurías o venganzas personales y cuestionan los casi 20 años de silencio de la mayoría de sus víctimas, entre ellas, el de Cielo Hernández, la primera mujer que lo denunció públicamente, el pasado 10 de marzo, a través de su cuenta personal de Facebook. (Ver: Arquidiócesis de Ibagué rechaza presuntos abusos sexuales cometidos por el sacerdote Freddy Martínez)

Pero ese interrogante parece resolverse con los hallazgos (interceptaciones telefónicas) que probarían la peligrosidad de algunos integrantes de su equipo pastoral, quienes -tal vez- por la fe, la lealtad y la amistad hacían todo lo que él pedía.  

En las declaraciones obtenidas por la Fiscalía se observa reiteradamente que los seguidores del padre Freddy no solo confiaban en sus poderes de sanación, sino que también creían en su capacidad de provocar “maldiciones” a quienes se atrevieran a traicionarlo. “Es decir: los dominaba con el bien y con el mal”, dijo un testigo a EL OLFATO.  

Las misiones y los ataques con gasolina

Dentro del expediente aparecen los nombres de unas personas que hacen parte del círculo más cercano al padre Freddy Martínez y quienes son señaladas de ejecutar las “misiones” que él les encomendaba.

En las declaraciones hay ataques a golpes y hasta incendios provocados en viviendas y establecimientos comerciales que eran propiedad de los “enemigos del padre”.

Por eso, algunos de los testigos tardaron en rendir sus testimonios ante las autoridades y otros prefirieron definitivamente no hacerlo. 

Y es que, mientras en Ibagué muchas personas profesaban admiración y respeto por la obra sacerdotal del padre Freddy, otros, como sus antiguos servidores, sentían: terror.  

Niñas de 14 a 15 años, sus principales objetivos

Dos testimonios sostienen que Martínez habría comenzado a acosar jovencitas al año siguiente de ordenarse como sacerdote, cuando se desempeñaba como vicario en la segunda etapa del barrio Jordán y era el responsable del grupo de acólitos, en los que predominaban jovencitas entre los 14 y 15 años.

Allí habría abordado a una de ellas, de apenas 14 años, con quien armaba paseos a un balneario conocido como Charco azul, en la vía Ibagué – Rovira. Sus primeras salidas fueron en una motocicleta Yamaha DT, recordó la denunciante. A ese sitio fueron en varias oportunidades y en una de esas salidas abusó de ella. 

Esos encuentros se mantuvieron muchos años, al punto que, según su testimonio, se convirtió en su compañera y quedó embarazada del sacerdote, pero él la obligó a abortar. 

Dijo que creció a su lado, pero supo de los coqueteos con otras mujeres y, al final, le gustó otro joven que asistía al grupo del padre Freddy. Ahí reveló otro hecho delicado. Contó que el sacerdote se molestó y le pidió que quemara la casa del muchacho para recibir “su perdón”. Ella lo hizo. 

"En esta ocasión el padre Freddy Martínez para perdonarme, me pidió que le hiciera algo a (omitimos el nombre). Yo le pregunté: pero ¿qué le hago? Él me respondió que le quemara la casa, y me dio las instrucciones de cómo hacerlo, me dijo que comprara gasolina, la llevara en una botella, la roseara por el frente de la casa, prendiera un fósforo y saliera corriendo y yo lo hice tal cual", confesó la mujer.   

Otras víctimas contaron situaciones parecidas. Se ganaba la confianza de las niñas invitándolas a balnearios en la vía a Rovira, Piedras y El Salado, en Ibagué. Primero iba en motos, pero, con el tiempo y el éxito de las ofrendas, después lo hacía en camperos y camionetas.

También hubo viajes a la Costa Caribe e integraciones en su casa del barrio La Francia, lugar al que invitaba a los jóvenes a ver películas en su amplia cama, en la que cabían hasta 10 muchachos, dijo otra de las declarantes. 

Precisamente, en esa residencia, al finalizar las jornadas lúdicas, aprovecharía para acceder a las jovencitas, algunas de ellas con quebrantos de salud, quienes lo buscaban por su poder de sanación y la imposibilidad de acceder a tratamientos médicos especializados. 

En esa casa hacía el famoso ritual de la unción del que habló la Fiscalía General de la Nación en su comunicado: “De acuerdo con el material de prueba, convocaba a personas a sesiones de grupo de oración que dirigía y, durante el momento de la unción, supuestamente, doblegaba a las víctimas y las agredía sexualmente”.

Una de las víctimas relató: “Me dijo que me tenía que desnudar porque él tenía que ungirme el cuerpo para sacarme lo malo que tenía de brujería (…) Me ungió todo el cuerpo con el aceite, después de esto él se desnuda y se abalanza sobre mí”. 

Luego, le pidió que guardara silencio y le dio dinero para tomar unas pastas que evitarían que quedara embarazada. “Cuando yo ya estoy vestida, él me dice que teníamos que hacer un pacto de silencio, que yo no podía hablar con nadie al respecto (…) Finalmente me dio dinero para que comprara la pastilla Posday”, declaró. 

Por ahora, en el expediente, hay documentadas tres víctimas de abuso sexual, cuyos hechos ocurrieron entre el 2007 al 2013, y debe responder por cuatro delitos: acceso carnal violento, acceso carnal violento con persona puesta en incapacidad de resistir, acto sexual violento y acto sexual violento con persona puesta en incapacidad de resistir. (Ver: Enviaron a la cárcel al sacerdote Freddy Martínez)

Placer por el dolor y venganzas 

Todos los testigos coincidieron en asegurar que el padre Freddy tendría una fijación por causar dolor y desear cosas malas a las personas que tuvieron diferencias con él o se fueron de su grupo religioso con algunos secretos. 

En 2007, una pareja, que abandonó al padre Freddy, fue atacada a golpes cerca al barrio Limonar porque estarían hablando mal de él. Presuntamente habían obtenido una grabación telefónica del sacerdote. 

En ese ataque participó Cielo Hernández, como ella lo reconoció en sus redes sociales, y otras personas que también testificaron en la Fiscalía. 

“Golpeamos a (la mujer -omitimos el nombre-), la bajamos del carro, unas la aruñamos, otras le halaron el cabello y pues los hombres golpearon a (el hombre -omitimos la identidad-)”, manifestó Hernández.

Después de la agresión, el grupo viajó con el sacerdote a la Costa y al regresar fueron notificados de una denuncia por lesiones personales. 

“La quiero ver lisiada”

Varios testigos aseguran que hubo una joven que provocó la ira del religioso y siempre deseó para ella lesiones que le impidieran caminar.

Se trata de una chica que dijo haberse resistido a los intentos de abuso del padre y posteriormente quedó embarazada de un hombre cercano a Martínez. 

Cuando él se enteró del embarazo de la muchacha, les aconsejó que era mejor que abortara y les habría recomendado comprar unas pastas en una droguería ubicada en el sector de la plaza de la 21. La joven no lo hizo y eso significó el distanciamiento con su antiguo líder espiritual. 

“En una ocasión escuché al padre Freddy Martínez, lo escuché decir que alguien iba a entrar a la iglesia paralítica, y esa persona era alguien quien en años atrás había estado en el grupo del padre, eso era como un deseo que él tenía contra esa persona, más nunca supe de quién se trataba”, dijo una de las mujeres que rindió testimonio en la Fiscalía.

La que sí lo recordó plenamente fue Cielo Hernández, pues a ella le pidió que atacara a la adolescente que había salido del grupo.

“Yo quiero pegarle un susto a (omitimos el nombre), entonces yo le dije, pues mandémosla a robar o hacer algo. Entonces me dijo no, yo quiero verla invalida, yo quiero verla entrar por la iglesia en silla de ruedas. Obviamente yo no lo iba a hacer”, declaró Hernández.

Hubo otro caso que llamó la atención de las autoridades. Un joven que se retiró del grupo y se fue a vivir a otra ciudad habría inspirado aterradores pensamientos en el detenido religioso. 

"En una de esas el padre me dice que los tengo que acompañar (a otra ciudad) y que yo le busqué unos amigos allá, ya que él quería coger a esos muchachos, darles una golpiza hasta dejarlos inválidos, que los violaran y les inyectaran SIDA; yo pensé que era recocha, yo no podía creer eso, yo la verdad me hice el loco, pensé que me estaba cañando o probando, ya que se me hacía imposible que le quisieran hacer eso a los muchachos", testificó otro de los exintegrantes de la comunidad religiosa.

Pero internamente también se relataron episodios de maltrato que parecían simples juegos.

“Una vez llegó el padre Freddy Martínez con una linterna de esas que pasa corriente y él cogía y le ponía eso en diferentes partes del cuerpo a los muchachos y muchachas del grupo. Ellos caían del dolor y él disfrutaba con eso, se reía a carcajadas, le fascinaba eso y entre más se quejara la persona él más gozaba, si no lo hacía él mandaba a 'El mono' o Daniel. Él ponía penitencias a los del grupo y decía que cuantos corrientazos ofrecían a cambio de la salud o bienestar de sus familiares”, afirmó otra de las mujeres ante la Fiscalía.

El incendio en una discoteca

En 2012, se documentó otro ataque con gasolina, el segundo relacionado en el expediente. La víctima fue otra mujer que habría sido acosada por parte de Martínez durante su adolescencia. 

Ella montó un establecimiento nocturno y usó un nombre que no le gustó al religioso, tal vez porque se sintió aludido, le dijo a la Fiscalía. 

Dos personas, integrantes de esa comunidad, le contaron más adelante que el negocio fue incinerado por orden del sacerdote detenido y uno de ellos lo confesó ante los investigadores del CTI.

La vuelta en Villa

Seis años más tarde, cuando Martínez ya era famoso y se movilizaba en motocicletas y vehículos de alta gama, fue investigado por el presunto delito de enriquecimiento ilícito. En este expediente apareció un hecho aislado que resultó relevante para el nuevo proceso.

Martínez y uno de sus colaboradores, identificado como John Parga, estaban siendo rastreados por una fiscalía especializada y sus teléfonos habían sido interceptados. Dentro de las conversaciones hablaron sobre una “vuelta en Villa” y eso despertó el interés de los investigadores.

“El día martes 06 de febrero del año en curso (2018), soy informado por parte del analista encargado de monitorear la línea celular referida, que en audios del día lunes 05 de febrero a las 4:38 p.m., 5: 12 p.m. y 7:35 p.m., alias 'El Mono', en conversación con otro sujeto, nombre Daniel (…), le indica que recibió la orden de ir a hacer vuelta a Villa, que como no tienen pasamontañas, se cubrirán la cara con un buso, que se deben ir a quedar allá, pues esa vuelta la debían hacer tipo una o dos de la  mañana. Comentan igualmente que deben comprar pintura roja y allá le sacarán gasolina a la motocicleta ya que la gasolina es más inflamable que el thinner”, informó el investigador.

Al día siguiente, un grupo de agentes del CTI llegó hasta Villarrestrepo e hicieron un recorrido por el caserío buscando rastros de la “vuelta” que hicieron los dos hombres de confianza del padre Freddy. 

Como el poblado es pequeño, no tardaron mucho para hallar el objetivo. En una vivienda colonial encontraron una fachada pintada recientemente, porque el propietario intentó ocultar un mensaje que le dejaron en la pared: “Viejo hijueputa esto es por lo del carro. La próxima le va peor”. 

Pero no fue lo más grave. A la ventana de la habitación en la que dormía el anciano -propietario del inmueble- le prendieron fuego.

“Se observan vestigios de incineración en la ventana de madera rústica ubicada sobre la pared de la fachada del costado norte del inmueble que comunica, según la persona que atiende la diligencia, con la habitación principal en la que duerme él (…) Agregando que, en la madrugada de los hechos, dada la cercanía de la cama con la ventana, le alcanzó a caer gasolina sobre sus piernas”, reveló el informe de los investigadores.   

Después del atentado, alias ‘El Mono’ le envió un mensaje de texto al teléfono celular del padre Freddy. “Existe un mensaje de texto del día 06 de febrero, a las 08:51 am, en el que ‘El Mono’ le indica al padre José Freddy Martínez Cruz que ya fue y trajo todo, y el padre José Freddy le dice: “o sea que le fue bien”. ‘El Mono’ le indica que “excelente”.

Fuentes de EL OLFATO que participaron en la operación indicaron que el atentado contra el anciano había sido por oponerse a que estacionaran vehículos del padre Freddy frente a su vivienda.    

La fiscal especializada que conoció el caso les pidió a los investigadores que le tomaran una declaración al adulto mayor, pero él se abstuvo de declarar contra el detenido sacerdote.

Freddy Martínez se ordenó como sacerdote en el 2000 y, durante muchos años, logró ser protegido por las autoridades eclesiásticas locales debido al éxito de sus ceremonias y la fama de padre sanador. 

Pero todo cambió este año y monseñor Orlando Roa, arzobispo de Ibagué, ordenó una investigación en su contra, lo suspendió de sus funciones y, lo más grave, también habría un expediente por el presunto delito de pederastia. En los testimonios recogidos por la Fiscalía y la Iglesia, se menciona el supuesto abuso de un chico de 15 años en un establecimiento ubicado en el balneario de Gualanday.

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