25 de julio de 2025

Busetas con rampa no funcionan en Ibagué

Un ciudadano denunció que las busetas de Ibagué no recogen a personas con movilidad reducida porque sus plataformas no funcionan.

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Escrito por: Sergio Andrés Quintero Morales
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Son las 7:20 de la mañana y, como cada día, Jesús David Rodríguez, usuario frecuente del transporte público en Ibagué y persona con movilidad reducida, lleva 45 minutos esperando una buseta que le permita movilizarse por Ibagué.

En medio de esa larga espera, una buseta con rampa finalmente se detuvo. Jesús se acercó esperanzado, pero el conductor le lanzó una respuesta desalentadora: “No sirve el mecanismo”. La escena se repite una y otra vez. Las rampas están, pero no funcionan. Y las excusas tampoco se detienen.

“La verdad, no pasa. Siempre es lo mismo. Pregunto si sirve el sistema y me dicen que no: que no llevan la llave, que el botón no funciona, que está dañado. Sacan todas las excusas y uno queda ahí, sin saber si es verdad o mentira”, contó.

Jesús David ha vivido esta situación durante años. Aunque la Alcaldía asegura que hay vehículos adaptados para personas con movilidad reducida, en la práctica ese derecho no se garantiza.

“Me cuesta subirme, me cuesta bajarme. A veces la gente dentro de la buseta es muy buena y me ayuda, pero la verdad se me dificulta demasiado. No debería depender de la voluntad de los pasajeros para acceder al servicio”, aseguró.

Y no es el único. Son muchos los usuarios con movilidad reducida que, como él, pasan un buen tiempo en los paraderos esperando una buseta que les permita hacer algo tan cotidiano como moverse por su ciudad.

Para Jesús, una rampa en funcionamiento no debería ser un lujo, sino una herramienta básica de inclusión. Además, afirmó que este problema también afecta a otros sectores vulnerables: mujeres embarazadas, adultos mayores y madres con niños pequeños.

“Todos terminamos subiéndose a gatas a una buseta que no tiene condiciones dignas”, señaló.

El llamado de Rodríguez es directo: que la Administración Municipal y las empresas de transporte cumplan lo que exige la ley.

“Esto es una obligación. Ya que las busetas están circulando, que las hagan funcionar por el bien de toda la comunidad. No es un favor, es un derecho”, recalcó.

Mientras tanto, la espera se repite. No solo en los paraderos, sino en las promesas incumplidas de una ciudad que habla de inclusión, pero margina en la práctica a quienes más necesitan garantías reales para movilizarse con dignidad.

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