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Un viaje hasta Alaska en motocicleta: esta es la historia del ibaguereño que recorrió América sobre dos ruedas

15.000 kilómetros separaban a Fredy Lozano de su sueño, y lo logró: visitó pirámides, volcanes activos, la famosa tienda de El Precio de la Historia y la cárcel de Alcatraz.
Historias
Autor: Juan Esteban Leguízamo
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Juan Esteban Leguízamo
Un viaje hasta Alaska en motocicleta: esta es la historia del ibaguereño que recorrió América sobre dos ruedas

Hay sueños que mueren apenas nacen en la mente porque son imposibles de cumplir. Pero hay otros que resisten, se convierten en un salto de fe y acaban siendo una increíble realidad, como el del ibaguereño Fredy Lozano, quien un día común y corriente se propuso atravesar un continente en motocicleta.

Sin mucho dinero, en solitario, rodando sobre la nieve o la arena y llevando todo un hogar en un par de maletas, cumplió su anhelo de conquistar la cabeza de América y llegar hasta la fría e imponente Alaska. Esta es la historia detrás de esa hazaña sobre dos ruedas.

“Esto empezó cuando fundé un club de moteros en Ibagué. Comenzamos a recorrer todo Colombia. Fuimos a Ecuador, Perú y las cataratas de Iguazú en la triple frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina”, dijo Lozano.

Y agregó: “después nació la idea de ir hasta un lugar que se conoce como 'el fin del mundo', en el extremo sur de América. Luego una cosa llevó a la otra y quise hacer lo mismo, pero hacia el extremo norte: en Alaska. Y sucedió. Fueron 15.000 kilómetros desde Ibagué”.

Ese largo recorrido por medio continente le tomó poco más de un mes haciendo paradas por los destinos más turísticos de países como Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala, México, Estados Unidos y Canadá.

“Visité las pirámides de Pical, el volcán activo del Masaya, el río Azul, la laguna de Bacalar, el parque del Gran Cañón, la tienda de El Precio de la Historia (en Las Vegas), el puente del Golden Gate, la cárcel de Alcatraz, entre otros”.

Alaska, por supuesto, fue el destino más hostil de todos, especialmente por su clima radical y las noches en los que el sol nunca se ocultaba.

“Encontré en la vía osos, alces y venados. Este recorrido es difícil: hay que llevar el propio combustible, la pista la descubren con máquinas rompehielos y estamos a temperaturas bajo cero. No oscurece, los días son muy largos. La luz natural se va a las 9:00 de la ‘noche’. Pero igual toca dormir con un trapo en los ojos porque realmente nunca anochece”, relató mientras cortaba unos leños para preparar una fogata.

También ha vivido experiencias amargas que terminaron con un final feliz, como cuando perdió todos sus documentos, junto a la visa, en un descuido mortal.

“Esa vez derramé lágrimas. En un lugar donde hice una parada dejé una maleta con la visa y otros documentos importantes. Me di cuenta cuatro horas después. Me regresé 45 kilómetros en la motocicleta y la encontré justo ahí donde la había dejado. De no haber sido así, no hubiese podido hacer esto”, sostuvo Lozano.

Pero esta no es la única locura que ha emprendido, pues hizo algo similiar hace unos años en Europa.

“Recorrí nueve países en 2017, siguiendo a Nairo Quintana y Rigoberto Urán en el Tour de Francia. Andando en moto uno conoce a mucha gente y tengo conocidos en varias partes”, señaló.

Por eso, manifestó muy seguro de sí mismo que su destino en la vida son los viajes, el silencio y el descubrimiento de nuevos horizontes.

“Mi hobby es rodar, acampar y descubrir. Me la he pasado durmiendo en carpas, con mi estufa y los víveres. Estoy pensando en crear unas camisetas con los mejores paisajes que he encontrado. La idea es dejarle un mensaje a la gente: todo es posible en la vida si uno trabaja en ello”, concluyó.

Y tiene toda la razón, porque –como ocurrió con él– cumplir un sueño es ver el horizonte e intentar alcanzar el sol. 

Parece imposible y, aunque parezca alejarse, el soñador un día volteará hacia atrás su mirada y habrá visto cuanta distancia recorrió en esa búsqueda. Y entonces descubrirá que para eso sirve un sueño: ir siempre hacia adelante.

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