La historia de Nohelia y su camino de resocialización
06 de junio de 2025

La historia de Nohelia y su camino de resocialización

Nohelia Chalá, privada de la libertad, forma parte de un grupo que busca aportar a la ciudad mientras espera una nueva oportunidad fuera de prisión.

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Escrito por: Yeison Andrés López Castañeda
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Después de muchos años privada de la libertad, Nohelia Chalá Trujillo forma parte de un grupo de internas del Inpec que participa en jornadas de limpieza urbana, como parte de un proyecto de resocialización.

En medio de escobas, bolsas negras y el sol que cae con fuerza sobre el pavimento, Nohelia Chalá Trujillo encuentra un motivo para sonreír. Lleva 18 años en prisión y hoy, gracias a un programa de resocialización impulsado por el Inpec, puede aportar a la ciudad desde otro lugar: limpiando sus calles.

“Tengo ya 22 años con 7 meses, entre físico y descuento”, cuenta, con la voz serena y una mirada que se divide entre el presente y la esperanza. “Me siento contenta porque le doy gracias a Dios, a la teniente y a todos los del Inpec que nos han dado la oportunidad de estar en esta nueva campaña, dándole aseo a la ciudad”, dijo.

 

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La iniciativa hace parte de los programas de resocialización del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, que buscan generar espacios de servicio comunitario como parte del proceso de reintegración a la vida civil. En su caso, Nohelia asegura que ha luchado por mantener una conducta ejemplar.

“Lo he hecho más que todo porque acá siempre es duro, es difícil, hay cosas que son pesadas, pero, pues igual, he resistido gracias a Dios. Tengo unas niñas muy hermosas que viven en la ciudad de Cúcuta, en Montería, en Caquetá. Mis hijos me esperan, mis hermanas, gracias a Dios, tengo una familia muy hermosa por la cual he luchado”, expresa con orgullo.

Pero más allá del servicio que presta, Nohelia lanza un llamado a la comunidad sobre la necesidad de pensar antes de actuar, de evitar el camino que la llevó a ella tras las rejas.

“Que piensen bien las cosas para que no lleguen a un lugar en el que me encuentro en este momento. Que sea gente pensante, gente trabajadora, que no quieran vivir la vida fácil”, aconseja, apelando a su experiencia como advertencia para otros.

También tiene palabras para su familia, a quienes no deja de tener presentes ni por un segundo: “Le pido a Dios que me dé una segunda oportunidad con mis hijos y mis nietos, que es lo que más amo”, aseveró.

Y, por supuesto, agradece a quienes desde el interior del sistema penitenciario creen en la resocialización y han apostado por este tipo de iniciativas. “Especialmente a mi teniente, que es una persona valiosa, que la aprecio mucho y tengo mucho que agradecerle”.

Historias como la de Nohelia reflejan que, más allá de las rejas, también se libran otras batallas: las del arrepentimiento, la resistencia y la reconstrucción de una vida que aún espera una segunda oportunidad.

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