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Ejemplo de superación: militar ibaguereño perdió una pierna en combate con las Farc y ahora es deportista

Combatió contra la guerrilla en la peligrosa región del Catatumbo en el año 2006. Conozca su historia.
Historias
Autor: Fernanda Rojas
Autor:
Fernanda Rojas
Ejemplo de superación: militar ibaguereño perdió una pierna en combate con las Farc y ahora es deportista
Foto: EL OLFATO

En un ejemplo de superación se ha convertido el sargento segundo Fredy Alexander Parra, quien tras perder una de sus piernas en un combate con las Farc, ahora es un deportista profesional de las Fuerzas Militares.

A los 28 años de edad perdió parte de su pierna derecha cuando pisó una mina antipersonal al enfrentarse a la guerrilla, en la peligrosa región del Catatumbo, Norte de Santander. Este suceso marcó su vida, pero no ha sido un impedimento para hacer todas las actividades que desea.

“Yo decía Dios mío, si me pasa algo patrullando o combatiendo en mi vida militar, yo te pido que sea valiéndome por mí mismo y no en una cama. Si no, preferiría morir. Tengo una prótesis con la cual hago mis actividades común y corriente, como si fuera una persona convencional”, expresó.

El sargento Parra es pensionado del Ejército Nacional, nació en 1978 y vive en Ibagué junto a su esposa y sus dos niños de 6 años y de 10 meses.

Durante su infancia y adolescencia estudió en varias instituciones educativas de la ciudad como el colegio Champanat y el Carmenza Rocha, en ese entonces.

Terminó sus estudios de bachillerato a los 19 años y tomó la decisión de entrar a la escuela de militares oficiales, una meta que siempre tuvo en mente.

Desde que salió de la escuela militar trabajó con explosivos, incluso estuvo en el batallón de Ingenieros General Pedro Nel Ospina, trabajando en la manipulación de estos artefactos.

“De ahí pasé a la Brigada Móvil 15 en el 2006 que fue la unidad donde me hirieron, en la vereda La Pedregosa, Norte de Santander, más conocido como la zona del Catatumbo”, señaló.

En aquel entonces, en esta región se presentaba todo tipo de alteraciones de orden público e inseguridad, debido a la presencia de guerrilla como las Farc, el ELN y los residuales del EPL, principalmente por la conexión con Venezuela.

Días antes de pisar la mina antipersonal, el sargento narró que en esa zona se habían presentado graves enfrentamientos con las Farc.

“Nosotros llegamos y nos informan que había aproximadamente 400 hombres de la guerrilla y atacaban con armas no convencionales, conocidos como cilindros”, puntualizó.

“En el campo de operaciones, era como si estuviera temblando, porque uno sentía las vibraciones cuando impactaba una mina. Yo era el segundo al mando de mi sección y empezamos a maniobrar, donde neutralizamos a algunos guerrilleros. Hasta ese momento, no habían heridos o muertos”, añadió.

El ibaguereño recordó a detalle lo que sucedió el día del ataque, algo que nunca podrá olvidar, cada una de las estrategias u operativos que ejecutaron en medio de los enfrentamientos contra el grupo al margen de la ley.

“Nos apoyamos con las otras unidades que estaban cerca. A eso de las 11:00 de la mañana estábamos en el monte y nos esperaba la guerrilla, yo ahí me quedo, porque ellos estaban como llevándonos a una zona preparada”, contó.

“Cuando nos quedamos ahí fue cuando yo sentí la detonación. Inicialmente, pensé que estaba por ahí la guerrilla y luego me percaté que era una mina. Yo caí arrodillado, me vi completo y dije ‘no pasó nada’, pero cuando me fui a parar no pude y un soldado me levantó y me evacuó. Yo tenía el fusil en la mano y se me llevó algunos de mis dedos”, narró.

Luego de la detonación recordó que vio su herida y se dio cuenta que le faltaba la mitad del pie y que no podía caminar.  Se había lastimado la tibia y el peroné que quedaron completamente destruidos tras el ataque.

Pese a la situación que sufrió como víctima de la mina antipersonal, afirmó que estaba muy tranquilo, ya que era costumbre para él a ver este tipo de escenarios todo el tiempo.

“Al estar con explosivos todos los días, veía casi a diario heridos. Los de las tropas, personal civil, incluso niños o los mismos guerrilleros, entonces ya era algo normal para mí, ver una persona herida o muerta por estos artefactos”, afirmó.

Señaló que mientras era evacuado no soltaba su fusil. De manera valerosa dice que, en caso de ser detenido por la guerrilla, los enfrentaría hasta el último segundo de su vida.

“No solté el fusil, porque tenía la convicción de que, si yo moría a manos de la guerrilla, no iba a morir solo y me llevaba a más de uno también”, dijo.

Luego de su cirugía, en la que le amputaron parte de su pierna, inició su recuperación con el apoyo de su familia que nunca lo dejó solo.

“Gracias al apoyo de mi familia y de la institución, porque a pesar de todo siempre han estado conmigo. Recuperación psicológica afortunadamente no la necesité, la fuerza la saqué, porque sabía que no era el primero, ni el último en caer en una mina”, declaró.

Hace 14 años perdió su extremidad y hace siete años ganó algo valioso: su familia. Conoció a su esposa y al poco tiempo llegaron sus hijos. Ahora es pensionado y entrena a diario como deportista profesional en taekwondo.

“Yo no estoy activo, pero sigo de la mano con la Sexta Brigada. A pesar de estar pensionado, participamos en diferentes eventos y ceremonias. Estoy entrenando taekwondo, en la liga paralímpica de las Fuerzas Armadas. Entreno por las mañanas y en las tardes tengo actividades en la brigada o estoy aquí en la casa con los niños”, expresó.

El sargento se siente orgulloso por la vida que ha tenido a lo largo de sus 42 años y agradece cada minuto que pasa con su familia.

Además, se siente satisfecho de tener la oportunidad de hacer todas aquellas actividades que quizás una persona con todas las condiciones normales no aprovecha. Él sale a trotar, ejercitarse y sigue entrenando en el deporte que más lo apasiona.

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