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Detrás del tablero: la vida de Ángela Castaño, docente en zona rural de Planadas

Esta es la travesía de dos horas y cuatro trasbordos que debe hacer esta docente para llegar a su destino y dar clases desde grado sexto a undécimo.
Historias
Autor: Redacción Región
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Redacción Región
Detrás del tablero: la vida de Ángela Castaño, docente en zona rural de Planadas

A 14 kilómetros de la zona urbana de Planadas se encuentra la Institución Educativa El Rubí, el destino de una mujer ibaguereña de 26 años que rompe las barreras sociales y de conectividad para enseñarle a sus estudiantes estilos de vida saludables.

Esta incansable mujer es Ángela Sofía Castaño Castañeda, licenciada en educación física, deporte y recreación de la Universidad del Tolima. Castaño nunca imaginó que en su primer empleo iba a descubrir la precariedad de la educación colombiana y las dificultades que los docentes deben sortear para impartir conocimiento.

Sin embargo, ocupar el segundo lugar en la convocatoria docente postconflicto del Magisterio de Educación y la Comisión Nacional del Servicio Civil la llevó a ser profesora en esta zona del departamento, afectada por el conflicto armado.

Al pasar el concurso, Castaño se fue a vivir al casco urbano de Planadas, en un sitio cómodo para ella. No obstante, esta ubicación ha hecho que demore cuatro horas transportándose para ir y regresar de El Rubí.

La jornada

Faltando 10 minutos para las 6:00 de la mañana, Castaño Castañeda sale de su apartaestudio  a la espera de una colega quien en su moto la lleva hasta la Quebrada de San Pablo, sitio en donde hay obras de adecuaciones de la vía. Allí, debe bajarse del transporte de su compañera y embarcarse en el de otra colega que la acerca a la institución.

“La vía que conduce hacia la vereda está en cierre total por una obra que están realizando en la bocatoma de Planadas, entonces el transporte ha sido bastante traumático, los docentes tenemos que transportarnos algunos a pie, otros a moto, nos toca caminar un trayecto largo. En mi caso dependo de mis compañeros, una me deja más adelante y ella con el esposo me transportan hasta mi sede en carro. Prácticamente hago cuatro transbordos ”, precisó Ángela. 

Luego de este maratónico recorrido, en donde el sol y la lluvia se convierten en enemigos, la docente empieza a laborar a las 8:00 de la mañana dictando clases desde sexto hasta undécimo grado de bachillerato. Cuando el reloj marca las 2:00 de la tarde, la joven profesora se prepara para la odisea de regreso.

Esta travesía no es solo para los docentes, hay estudiantes que incluso arriesgan sus vidas para recibir sus clases. “Tengo estudiantes que caminan hasta dos horas para poder llegar, algunos exponen sus vidas pasando por quebradas”, explicó.

Delante del tablero

Aunque Ángela Sofía ya lleva un año en la institución, solo hasta inicios del 2022 ha vivido el proceso de adaptación a las condiciones viales y sociales del municipio.

“La experiencia ha sido muy retadora, física y mentalmente. Lo más gratificante es cumplir mi labor docente de entregarles experiencias nuevas a los niños en un sector tan lejano y de difícil acceso”, expresó la profesora.

En sus trayectos ha conocido personas y paisajes maravillosos que alientan su labor educativa. Además, sus estudiantes valoran su presencia en la institución.

“En su actitud de querer estudiar están bastante bien, creo que ha sido bueno para ellos el generar ese ambiente. En general son bien agradecidos”, precisó.

No obstante, lo más desalentador sigue siendo la deficiencia que presenta el municipio en los servicios públicos y el acceso a la zona rural.

Esta mujer seguirá impartiendo sus clases, con el fin de aportar a la educación de los niños de esta institución, demostrando que la vocación y el servicio están por encima de cualquier dificultad.

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