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Hallan esqueleto de reptil marino prehistórico en Coello

Ibagué
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El descubrimiento de un fósil casi completo y articulado se logró gracias a Luis Enrique Calderón, profesor de Girardot, y su hijo Ricardo, a quienes les causó curiosidad lo que parecía ser un esqueleto incrustado en el lecho de una quebrada seca en Coello, Tolima. 

Al observar con más detalle decidieron tomar una pequeña muestra y enviarla al Servicio Geológico Colombiano (SGC). Allí se confirmó que aquellos pedazos pertenecían a un fósil y de inmediato se inició la expedición para conocer más detalles del hallazgo.

Para la paleontóloga colombiana y profesora de la Universidad Nacional, María Páramo, quien fue la encargada de la excavación, llamó la atención que dentro de las cavidades del esqueleto se preservaran restos de tejidos blandos. 

En su investigación, la experta encontró que por las características anatómicas de los huesos y la forma del cráneo, fue una especie del género Eonatator, nueva en el mundo. La anatomía de la parte anterior del cráneo, así como la morfología y las interrelaciones de los huesos de la cintura pélvica y de los miembros constituyen un nuevo aporte.

La longitud del fósil, medida desde el extremo anterior del hocico hasta la vértebra caudal 21 (última articulada), es de 2,8 m y la del cráneo es de 41,5 cm de largo. Se han conservado restos de tejidos dentro de las cavidades torácica, abdominal y en la región del cuello.

Todos los huesos y restos de tejidos son de color crema-rosa y cada maxilar es largo y estrecho (el derecho lleva 20 alveolos y ha conservado 15 dientes).

La columna vertebral está expuesta en su mayoría en vista lateral. El hueso más superior de la columna vertebral, conocido como atlas, no está expuesto. Se observan el axis (segunda vértebra cervical), otras cinco vértebras cervicales, 21 dorsales, 4 pigales y 58 caudales. De estas últimas, solo las primeras 21 están articuladas.

De acuerdo con la cantidad, la morfología y la longitud de las vértebras conservadas, se estima que la cola fue de un largo similar al tronco.

Este espécimen fue encontrado en rocas cretácicas de hace alrededor de 80 millones de años. En esa época, los mosasaurios, reptiles marinos por excelencia que contaban con aletas adaptadas para la natación, abundaban en el mundo. Asimismo, disponían de características muy variadas y se podían encontrar desde unos muy grandes (20 metros) hasta otros muy pequeños, como el descubierto en Coello.

“Por los rasgos geológicos se ve que no frecuentaba el mar abierto, sino un poco más cerca de la costa. La forma anatómica de sus miembros anteriores y posteriores muestra que podía salir un poco al continente”, comenta la profesora Páramo.

En la cavidad interna del esqueleto, por debajo de las costillas del fósil, se conservan tejidos que, por su ubicación anatómica, se identifican como restos de los pulmones y el páncreas. También fue posible divisar las fibras musculares que llegan a las costillas. “Uno de los aspectos que nos inquietó fue por qué no se preservó la piel, si se conservó lo de adentro”, afirma la investigadora.

En la parte inferior del cuello, se almacenó una parte de material blando, que puede corresponder a piel, pero a simple vista no se observan las escamas, como corresponde a sus parientes actuales más cercanos: las lagartijas y las serpientes.

Al mismo tiempo, en la región abdominal posterior, se reconocen restos de otros individuos de tamaño pequeño, que se interpretan como posibles restos de uno o varios embriones.

La nueva especie fue llamada Eonatator coellensis. La última parte del nombre tiene que ver con el lugar donde fue encontrada. Tanto en Latinoamérica como en Colombia se han hallado especímenes pertenecientes al grupo de los Mosasaurios, pero de otro género. 

FOTOS UNIVERSIDAD NACIONAL

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