La evidencia es la solitaria curul de Rosmery Martínez. La conclusión preocupa mucho más cuando al revisar el comportamiento electoral se advierte que los partidos políticos en el Tolima crecieron significativamente en votos desde la elección pasada en el 2010 a la fecha. El Partido Liberal y el Conservador perdieron sus curules locales aun cuando el primero creció en votos para Cámara un 19.33% y el segundo un 33.62%.
¿Qué está ocurriendo, cuál es el real problema detrás de esta situación? Algunos han querido explicar la suerte de la curul liberal por la poca o nula intervención del gobernador Luis Carlos Delgado en política electoral. A mi juicio someter el análisis a esta explicación es bastante limitada y se fundamenta en una mirada simple y tradicional de la política electoral.
Al gobernador Delgado no se le puede indagar la pérdida de la curul liberal del Senado, hacerlo sería avalar la intromisión del gobernante en las elecciones, hecho que además de ser ilegal es éticamente reprochable en una sociedad que pide mayor transparencia de parte de quienes ostentan el poder público.
Y de otro lado, ya advertí que el Partido Liberal sacó 12 mil votos más en esta elección que hace cuatro años. El análisis con relación a la pérdida de la curul conservadora está siendo justificada por la presencia de candidatos foráneos y a los apoyos que estos lograron vía presupuestos para inversiones locales. Al igual que para el caso anterior este análisis es bastante limitado ya que desde que se instauró la circunscripción nacional muchos candidatos conservadores han pasado por el Tolima haciendo campaña, buscando y sacando votos mediante apoyos directos a líderes y alcaldes.
Otros análisis explican la pérdida de curules de Senado por el poco acompañamiento a los senadores por parte de los candidatos a la cámara de representantes. A mi juicio está situación más que una explicación es una evidencia de la debilidad del sistema político regional y de la inestabilidad democrática que se vive al interior de los partidos.
Por el contrario a las comunes explicaciones, creo que lo ocurrido puede ser explicado por la presencia de problemas estructurales en la región que desbordan las fronteras de la dimensión política y que crean en el imaginario colectivo una desazón frente al desempeño de los liderazgos políticos.
Siendo la política la manera de asignar imperativamente los valores en nuestra sociedad, el ejercicio político no puede reducirse exclusivamente al trámite de proyectos ante el gobierno central ya que también se espera que los senadores representen a sus partidos, trabajen por todo el departamento y lideren el desarrollo de la sociedad.
De otra parte, el modelo político reclama que se le entienda en su complejidad, complejidad que como ya lo dije desborda las exclusivas relaciones políticas. Las fallas en las interacciones entre distintos actores, entidades e instituciones del desarrollo y la política debilitan la confianza de los ciudadanos.
Ciertos fenómenos también están erosionando los tejidos políticos en nuestro departamento: Las grandes ciudades están absorbiendo las posibilidades de las pequeñas localidades, la circunscripción nacional para Senado ha diluido las responsabilidades de quienes salen electos, los intereses individuales han socavado la fortaleza de los Partidos, la comunicación entre los políticos y los distintos grupos de interés se han reducido, los gremios económicos y los empresarios se han limitado a empujar sus proyectos. Por citar sólo algunos ejemplos que evidencian la crisis expuesta al principio de este artículo.
Ahora bien, en aras de la discusión, las anteriores apreciaciones pueden ser debatidas y objetadas, y al final concluir que estas y otras son las causas de la crisis política del departamento, lo que obliga a pasar el capítulo y empezar a escribir un nuevo capítulo en donde se proponga una ruta de acción que le permita al Tolima recuperar su espacio en la política nacional. No cabe duda que las elecciones del pasado mes de marzo enviaron un mensaje de necesidad de renovación y cambio en los liderazgos.
La pregunta final es: ¿Estarán dispuestos los jefes políticos a fortalecer los nuevos liderazgos o tendrán estos últimos que arrebatarles el poder político en las urnas?
Exdiputado del Tolima y docente universitario.