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El vicio de procrastinar

¿Habías escuchado esta palabra?

Tal vez te suene raro, tal vez no estés familiarizado con el término, pero estoy segura que muchos de nosotros hemos caído en esto.

Tal vez:

  • Aplazas por semanas la realización de un informe de trabajo
  • Pospones una y otra vez la organización de los cajones de la cocina
  • Aunque lo tienes en la agenda, no haces la tarea que sabes que debes terminar antes de la fecha límite
  • Pese a que sabes que lo necesitas, no pides la cita médica que te permitirá cuidar tu salud
  • Postergar una y otra vez algo que sabes que ineludiblemente debes hacer

¿Te sientes identificado con alguna de estas situaciones o con otras parecidas? Tal vez has estado procrastinando.

Esa palabra, que tal vez nos suene raro, lleva en su significado una sutil trampa en la que la mayoría de nosotros hemos caído en algún momento.

Permíteme definirla:

Procrastinación: Según la RAE: “se define como diferir o aplazar”. Etimólgicamente viene del verbo latín Procrastinare que significa aplazar hasta mañana. Y en un sentido más amplio, podemos decir que es el hábito de aplazar o posponer alguna tarea importante y pendiente, aunque se tenga el tiempo, los recursos y la posibilidad de realizarla.

Como mencioné, tal vez no estés familiarizado con el término, pero hay una alta probabilidad de que hayas caído en la procrastinación. Aplazar, aplazar y volver a aplazar algo, es su síntoma más evidente. En este circulo vicioso de aplazar constantemente, entran todas las personas y todo tipo de actividades: domésticas, académicas, laborales y sociales.

Procrastinar es un hábito, una tendencia recurrente de algunas personas, pero bien podría calificarse como un vicio; porque, aunque la persona sabe que no es bueno, que trae consecuencias negativas, que conlleva y aunque se proponga salir de este círculo, vuele a caer en procrastinar (postergar).

Así las cosas, el vicio de procrastinar parece ser más fuerte que nuestra voluntad y parece dominar nuestros días y nuestras agendas sin realizar.

Pero, bien valdría la pena preguntarse:

¿Por qué procrastinamos?

¿Por qué aplazamos constantemente tareas que sabemos que son importantes o necesarias?

Por qué, si al final nos sentiremos peor por no hacer las cosas a tiempo, ¿Seguimos posponiendo las cosas?

Tal vez lo dicho por el sicólogo Tim Pychil, experto en este tema nos ayude a entender un poco la raíz de la procrastinación.

“La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo”.

Según investigaciones y estudios de caso sobre el tema, el hábito de aplazar de manera constante y casi inconscientemente, puede tener que ver con nuestras emociones y no con que seamos sencillamente perezosos u holgazanes. Tal vez, la tarea aplazada nos desafía más allá de nuestras fuerzas y nos confronta con limitaciones e incapacidades personales que no queremos enfrentar. Lo paradójico de procrastinar, es que, aunque en el momento se sienta bien no hacer lo que se tiene pendiente, al final se pueden experimentar sentimientos de incapacidad, improductividad e incluso inutilidad al no cumplir con nuestros compromisos.

No pretendo cavar muy profundo, simplemente, esta columna es una invitación a reflexionar sobre el tema y un intento de ponerlo “sobre la mesa” y sumar, aunque sea un poco en nuestras rutinas y hábitos que nos desvían del camino y nos impiden cumplir nuestras metas cotidianas.

¿Qué diremos sobre la procrastinación?

Que existe y es mas común de lo que pensamos.

Que muchas personas son presas de ella sin siquiera identificarla.

Que debemos reflexionar sobre las razones personales y tal vez internas para posponer una y otra vez una tarea y actividad.

Que debemos ser conscientes de si tenemos esta tendencia en nuestra vida y lograr superar este mal hábito con la debida auto reflexión y la intencionalidad en tomar decisiones puntuales.

¿Hay alguna tarea u área de tu vida en la que estás procrastinando?

Ve, vence esta resistencia interna, rompe este círculo vicioso en tu vida y deja de procrastinar. No hay fórmulas mágicas ni consejos definitivos, pero sí existen sugerencias que tal vez nos ayuden a trabajar conscientemente en este mal hábito:

  • Identificar si es un asunto puntual o si por el contrario se trata de una tendencia constante y un rasgo de carácter (ayuda mirar hacia atrás y evaluar)
  • Definir claramente las prioridades que se deben tener
  • Planear las semanas y los días, con flexibilidad, pero con sano rigor
  • Recordar que no somos lo que hacemos, pero muchas veces lo que hacemos, refleja lo que somos
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