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El IDEAD: Una apuesta por la democratización de la educación superior

Rector de la Universidad del Tolima

El rubí es un mineral precioso de color rojizo que debe su bella tonalidad a su mezcla con el hierro y el cromo. Con este nombre, que simboliza la consolidación de los lazos y los proyectos, se denomina el agasajo de 40 años de existencia y unión. El Instituto de Educación a Distancia (IDEAD), celebra este año sus bodas de rubí, sus 40 años de existencia tejiendo lazos, consolidando alianzas académicas y aportando a la reducción de las brechas de acceso a la educación superior en Colombia. Desde esta bella metáfora del rubí, quiero enunciar cómo el IDEAD en este tiempo se ha posicionado de manera fuerte y sólida, con el ímpetu de un proyecto social y ético capaz de llevar la universidad pública a diversas regiones del país, que han convertido a la Universidad del Tolima, como líder de esta acción pedagógica, en una universidad protagonista con el compromiso social de la formación y la democratización de la educación superior.

Son cuatro décadas para la Universidad del Tolima de experiencias acumuladas en formación a distancia, que han permitido seguir afirmando, como lo enuncia Jacques Delors (1996), en la introducción al libro La educación encierra un tesoro, que “la educación constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social”. Es así que, la Universidad del Tolima desde el IDEAD, ha permitido por cuatro décadas, que más de 65.000 mil ciudadanos de regiones como el Tolima, Atlántico, Valle, Valle del Cauca, Putumayo, Risaralda, Urabá, Antioquía, hoy sean profesionales y puedan estar aportando sus saberes al fortalecimiento de sus regiones y a esos ideales de paz, libertad y justicia que como colombianos perseguimos.

Para delinear la pregunta de ¿por qué el IDEAD pueda brillar hoy como un rubí? pondré en escena cuatro enunciados que quiero ir compartiendo con ustedes; más que como una imposición epistémica, como una reflexión del camino recorrido y por recorrer, lo que implica pensar el IDEAD.

El primero de ellos, que incluso esta tallada en la Constitución Política de Colombia, en el Artículo 67, parte por recordar que “la educación es un derecho de la persona y un servicio público con función social, del cual son responsables el Estado, la sociedad y la familia”. Como derecho, implica el compromiso y la responsabilidad de todos para democratizar el acceso de la educación superior y permitir que cada día sean más los colombianos y las colombianas que puedan acceder a la formación universitaria. Para ello, es fundamental derribar las barreras geográficas e incluso expandir la concepción de campus de la universidad centralizada en un punto fijo de la geografía. Esta idea, de unas nuevas cartografías universitaria para Colombia, la asumió la Universidad del Tolima desde el año 1969 con el nacimiento el programa Extramuros, que no era más que derribar las murallas de la universidad y llevarla a las comunidades.

Extramuros, representó el inicio de una nueva cartografía para la universidad pública en Colombia y en la Universidad del Tolima, encarnó el germen de lo que trece años después iría a reconocerse como Centro de Estudios a Distancia. Ya desde los años 70, veinte años antes de la Constituyente, nos era muy claro el ideal de que la educación es un derecho de todos y para todos y que ello implicaba nuevos modelos pedagógicos, nuevas concepciones de la educación superior y ante todo nuevas presencias de la universidad en los territorios. Al respecto, el maestro Rafael Ávila, en su diciente libro publicado en el año 2014, La escuela: lugar de encuentro y encontrones, nos dice:

Cuando la experiencia de los exploradores sobrepasa las representaciones de los territorios recorridos, es preciso reconfigurar los mapas. La experiencia va delante de las cartografías. Los mapas son necesario para orientarnos en los múltiples territorios de nuestra experiencia del mundo, pero cuando los mapas se agotan y revelan sus agujeros, e incluso sus distorsiones, no hay más remedio que tirarlos y comenzar de nuevo; con el mismo entusiasmo que ha movilizado desde siempre a todos los exploradores de territorios desconocidos: su voluntad de conocer, su deseo de saber, su curiosidad. (Ávila, 2014, p. 22)

En ese sentido, ya la Universidad del Tolima, desde 1969 y con su reafirmación en 1982 de la creación de la Universidad Abierta y a Distancia, se había lanzado a la configuración de distintos mapas educativos. Estas nuevas cartografías, que después de 40 años se siguen dibujando, son la muestra diciente de que la función de la universidad pública es estar donde sus comunidades lo necesiten. Hoy, en el 2022, desde 25 Centros de Atención Tutorial (CAT), hacemos presencial en 9 departamentos de Colombia: Tolima, Antioquía, Putumayo, Cauca, Valle del Cauca, Risaralda, Atlántico, Cundinamarca y Huila y en diez municipios del departamento del Tolima: Rioblanco, Planadas, Chaparral, Purificación, Honda, Mariquita, Líbano, Melgar, Cajamarca e Ibagué.

Ahora veamos el segundo enunciado: la comprensión de que educar a distancia implica desplazar nuestros saberes pedagógicos, didácticos y epistémicos aprehendidos en los modelos presenciales, hacia nuevos horizontes de posibilidades. Entra en juego la configuración de un modelo pedagógico de Autoformación, capaz de combinar los procesos formativos con las realidades contextuales de sus estudiantes y con las nuevas cartografías que este modelo va dibujando.

La educación a distancia, que para los años 80 se convertía a nivel mundial en la oportunidad de formación por encima de las fronteras geográficas, descubre que el “estudiante” desde su capacidad de autoformación puede recorrer por sí mismo, caminos formativos que “sus maestros” diseñan. El estudiante, ocupa ahora un papel protagónico en los procesos formativos. Esa máxima emitida por Emmanuel Kant, en 1783, 200 años antes del surgimiento del IDEAD, “ten valor de servirte de tu propio entendimiento”, se torna en una búsqueda constante del modelo de autoformación, que hoy sigue siendo protagonista en nuestros procesos formativos.

Es así, que en 40 años, se ha dibujado nuevos mapas de la presencia de la universidad pública en los territorios, pero a su vez han sido muchos los esfuerzos para autoformarnos como maestros y maestras, como estudiantes a distancia. Hemos transitados del modelo instruccional clásico, al modelo constructivista y posteriormente al modelo problémico; buscando siempre en esos mapas dibujados y por dibujar, cuál es la mejor apuesta por una formación capaz de responder e incluso interrogar los territorios que habitamos.

Ahora bien, transitaré hacia el tercer enunciado, el concepto de la Mediación; ya Lev Vygotsky, en el año 1934, cuando se publica su libro Pensamiento y lenguaje, enuncia que la mediación es todo aquello que interconecta a los sujetos con su entorno cultural y que en este contexto la mediación semiótica es la más importante de todas. Para esta época Vygotsky, hacía referencia al lenguaje y nos decía que él es la gran mediación que conecta los seres humanos entre sí y por ende con sus entramados culturales y sociales. Desde esta mirada, la Mediación, ha conectado a nuestros estudiantes con sus procesos formativos; de la mediación del lenguaje, la más vital de todas, transitamos a la mediación tecnológica.

Así que, con la Mediación Tecnológica, que desde la invención de la imprentan ha tenido la labor de globalizar el saber, el IDEAD en 40 años ha transitado por varias generaciones: el material impreso; el audio y el video; integración de las TIC; surgimiento de las wikis, blogs, redes sociales y la llegada del web 3.0. Lo anterior, da cuenta de un Instituto flexible, que debe adaptarse día a día a lo que la época y el momento va construyendo como comunidad. Las comunidades fluyen todos el tiempo y lado de ellas el IDEAD ha aprendido a fluir. Han sido 40 años de constantes cambios y transformaciones, por ello es siempre, como su actual derrotero lo enuncia, una “marea de las transformaciones”.

Doy paso al cuarto enunciado, obviamente muy ligado, casi que similar a los tres anteriores, pero que creo vale la pena ponerlo en relieve: la reducción de la brecha de acceso a la educación superior en Colombia, íntimamente relacionado con la democratización de la universidad pública y las posibilidades de acceso de los menos favorecidos: comunidades rurales y rurales dispersas, madres y padres cabezas de familia, habitantes de ciudades no capitales, comunidades des estratos bajos. Según cifras del DANE, en Colombia sólo el 53% de los estudiantes que culminan el bachillerato ingresan a la universidad, mientras que, en las zonas rurales, escasamente el 22% tienen la posibilidad de ingresar a un pregrado. Así que, el IDEAD ha sido y se instaura ahora como la gran oportunidad de acceso para todas aquellas comunidades que aún no han gozado del este derecho fundamental y vital para el desarrollo de sus regiones. Hoy, el IDEAD cuenta con 1.878 estudiantes provenientes de diversas zonas rurales del país, que representan el 15% de su población estudiantil, un dato que ratifica su proyecto de inclusión.

No son en vano 40 años de existencia, y este rubí que como el orfebre hemos tallado día a día, con la delicadeza de las manos, la sutileza del pensamiento, la solidaridad por el otro, el compromiso por la formación y el desarrollo de las regiones que componen nuestro país, necesita seguir forjándose y seguir construyendo renovadas cartografías. Nos queda el por-venir, y en el camino el horizonte nos dice que nuevos amaneceres nos esperan.

Nos esperan los retos del hoy el mañana, los cuales delineo como pretexto para dejar abierta esta carta, este diálogo con ustedes, la comunidad y los lectores. El IDEAD se avizora como apuesta de formación universitaria para las comunidades rurales, como puerta de entrada a la formación virtual en la Universidad del Tolima y como re-afirmación de nuestro compromiso para que nuestras comunidades puedan acceder a la educación superior y desde allí hacer realizable el sueño de un país más justo, más libre, más equitativo, más digno.

Así entonces, seguimos construyendo la universidad que soñamos, la universidad que el país necesita, la universidad que Colombia entera clama y merece.

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