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Crónica: Era de aquí… Era de todos

Don Carlos Alvarado, fundador de Mercacentro, nació en Silvania y encontró la prosperidad en Planadas, donde vivió por 17 años. Llegó a Ibagué en 1987 y 4 años después montó la que sería la cadena de supermercados más importante del Tolima con su familia.
Historias
Autor: Laura Cristina Cardona
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Laura Cristina Cardona
Foto: EL OLFATO - El día de la inauguración de Mercacentro #10

En la oficina de la Personería de Planadas, sur del Tolima, se reunieron dos jóvenes un día de 1971. El primero era Guillermo Vásquez, propio del lugar y personero del municipio. El otro era Carlos Alvarado, originario de Silvania, Cundinamarca, quien traía ganas de trabajar. (Ver: El homenaje de José A. Sierra a Don Carlos Alvarado: "Dejó la vara muy en alto")

- ¿Usted qué sabe hacer?, preguntó Vásquez.

-Yo sé cultivar legumbres, sé cultivar de todo, respondió Alvarado.

El personero le comentó de un lote que el municipio le podía rentar y después de hacer el negocio el joven Alvarado inició su cosecha de habichuela y su trasegar económico en los 17 años que vivió en Planadas.

Poco tiempo después de radicarse, Alvarado necesitó de más manos y viajó hasta su casa paterna en Usatama, vereda de Silvania, por su hermano menor. Gerardo, con cerca de 15 años, recuerda que aceptó sin miramientos la oferta de empleo que prometía alimentación, cama y 10 pesos diarios.

Para el viaje ambos hermanos debieron esperar en una vía al lado de Silvania hasta que pasara un carro de Flota Magdalena. Este no era el primer viaje de ida que Carlos hacía, cuando tenía 9 años se fue de casa para trabajar con unos primos en una finca cafetera y desde entonces trabajó para mantenerse.

“En la finca vivíamos muy mal porque éramos huérfanos de madre y nos iba mal con la madrastra. Éramos como 7 y todos cogieron camino”, cuenta Gerardo. Por eso Carlos se fue tan joven y él, Gerardo, aceptó la propuesta hacia un nuevo porvenir. Después de esperar en la vía a las 11:30 de la noche se montaron al bus que los llevaría a Neiva (Huila), donde cogerían a las 10 de la mañana del otro día la chiva con destino Planadas, en un viaje de cerca de 18 horas. 

A la cosecha de habichuela se le sumó la venta de huevos, la compra de café, la venta de verduras del campo a Bogotá y la de productos de la ciudad como ponqué Ramo y cigarrillos americanos en Planadas. Después de casarse con Hortensia Molina, compraron una casa en el parque que se convirtió en el almacén San Carlos donde tenía una tienda con panadería y una compra de café.

Además de buen comerciante, el amor por la familia fue un valor que Gerardo Alvarado (hijo) destaca de su tío. De sus años en Planadas recuerda los partidos de futbol en la terraza de la casa, los asados y las salidas a elevar cometa. También recuerda los días en que iba con sus primos a una pista en el pueblo en la que su tío les enseñaba a conducir: “Nos sentaba en las piernas y nos dejaba manejar un Nissan rojo que tenía”.

Guillermo Vásquez, el entonces personero, se convirtió en amigo cercano de Alvarado hasta el final, incluso por casualidad migraron a Ibagué en la misma época. En febrero de 1987 el capítulo de Planadas terminó para Carlos Alvarado y en 1991 inició la historia de Mercacentro. En varias entrevistas aseguró que inició el negocio con su familia porque sus hijos tenían tiempo libre y quería que aprendieran a trabajar. En efecto, hoy la mayoría de sus hijos hacen parte del negocio.

El potencial de Mercacentro marcó desde el principio, después del primer mes la sede de 200 metros cuadrados que abrieron en la calle 14 tuvo tal popularidad que debieron pasar de 11 empleados a 36. Lo mismo pasó con las sedes, que con los años se fueron haciendo pequeñas y los mismos clientes pedían lugares más amplios para mercar.

Hoy son 16 sucursales. Resalta el Mercacentro # 10 en El Poblado que tiene un área total de 6.000 metros cuadrados y 34 locales comerciales. La cadena de supermercados destaca a nivel nacional por el sentido de pertenencia que genera en los clientes y el nivel de compra que maneja. Esto lo confirma Mauricio Gutiérrez París, quien trabajó por cerca de 3 años como consultor para la empresa.

Gutiérrez, quien tiene experiencia en el sector a nivel nacional, habla de la importancia de Mercacentro: “El primer impacto que me llevé es el número de facturas por metro cuadrado. El número que tiene el Mercacentro # 4 no lo conozco en ninguna cadena del país, regional o nacional. Ninguna tenía en ese momento ese comportamiento”, recuerda.

Uno de los pilares de este fenómeno en ventas está en el sentido de arraigo que el eslogan “Es de todos, es de aquí”, genera en la población. Porque no solo son palabras, es una política que caracteriza a la cadena y pesa a la hora de tomar decisiones económicas.

“En esta cadena hay muchas referencias y a veces toca depurar. En alguna ocasión tocaba sacar un emprendimiento de mujeres que son madres de cabeza de familia y se decidió mantenerlo”, narra Gutiérrez, para explicar la importancia de lo local para la cadena.

Carlos Alvarado nunca se separó del negocio. Siempre le gustó mantenerse activo y cuando no tenía ocupación, buscaba qué hacer. Se le veía en los supermercados, atendía en su oficina a cualquier persona que pedía conversar con él, escuchaba las ofertas de emprendedores locales y le gustaba conocer de primera mano a sus proveedores.

“La disciplina de él era muy fuerte. Los grandes negocios los seguía haciendo él, los tenía claro en la cabeza. Él no estudió, pero tenía un análisis y una visión tremendamente profunda de negocio”, destaca el consultor y administrador de empresas.

Era el líder en Mercacentro y también en su familia, recuerda su hermano Gerardo Alvarado. “Él era el principal de la familia. Entonces uno viajaba a Ibagué y visitaba la demás familia, claro, pero la oficina principal era la casa de él. Era el jefe de la familia. Mi caravanero”.

Las voces de tristeza sobrepasan a la familia, comenta su amigo Guillermo Velásquez: “La muerte de don Carlos fue una cosa muy dura para el Tolima, para nosotros los amigos fue macha y para el Tolima fue dura porque eso de tener 16 supermercados es mucho y es mucho lo que le servía a la gente”.

El día del funeral, empleados y amigos sorprendieron con una calle de honor en el que le dieron la despedida, en medio de las medidas de bioseguridad impuestas por la pandemia. Ese fue solo un gesto que demuestra el cariño que don Carlos Alvarado se ganó en los ibaguereños.

“Me sorprende que él era tan querido acá en la ciudad, sabía que era admirado, pero no tan querido. Me da mucho orgullo saber que lo tuve cerca y esos sentimientos y esos mensajes que le han dado a mi tío. Es un ejemplo para mí para mejorar como persona. Porque eso era él, era una buen ser humano”, dice con cariño su sobrino Gerardo Alvarado.

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