Presidente Iván Duque: la crisis social y económica que vive Ibagué, fruto de 20 años con altísimas tasas de desocupación y de la limitada capacidad de los líderes locales, llegó a un nivel dramático.
La trágica muerte de una mujer y su hijo que el país observó, gracias a la insensible transmisión -en vivo y en directo- de algunos medios de comunicación de la ciudad, la semana pasada, es apenas una señal de esa otra cara de Ibagué que el Estado no quiere ver.
Los alcaldes que ha tenido la ciudad en las últimas décadas se dedicaron al fortalecimiento de sus clientelas políticas, la pavimentación de unas cuantas calles, el endeudamiento del Municipio, el enriquecimiento ilícito (propio y en favor de terceros) y la construcción de parques infantiles, dejando de lado el fortalecimiento de la economía local.
Los informes del Dane sobre las tasas de desempleo en Ibagué ya son parte del paisaje y se quedan en titulares mediáticos, pero nadie hace nada para enfrentar ese problema social que se acrecentó con la llegada de miles de venezolanos.
Los que sí han aprovechado la crisis económica son los prestamistas, conocidos como los ‘gota a gota’, quienes ven en la pobreza de las familias ibaguereñas un verdadero potencial para fortalecer esa economía ilícita. Sus violentos métodos de cobranza y la inestabilidad de los ingresos de los deudores han generado crisis emocionales que, en muchos casos, terminaron en suicidios.
Presidente Duque, usted que en campaña dijo querer a Ibagué, que creció viendo el cariño de su abuela y su mamá por la ciudad, que canta el Bunde Tolimense de memoria y con emoción, préstele atención a la crisis económica de esta ciudad.
Urge una intervención estatal, desde Bogotá, porque los líderes locales no fueron capaces.