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Cádiz, el barrio que se volvió parqueadero

Investigación
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El barrio Cádiz se ha convertido en la zona de Ibagué en la que es mejor ir sin carro. Un equipo de ELOLFATO.COM se trasladó al sector para conocer de primera mano la problemática de la falta de parqueaderos y estuvo por lo menos 20 minutos recorriendo sus calles sin encontrar un lugar para estacionarse. Al final, resultó más fácil pagar el parqueadero en el centro comercial La Quinta y caminar hasta el lugar de destino.

Cada calle está invadida por vehículos, a lado y lado de la vía, y de esquina a esquina. Allí hay por lo menos 15 personas que están dedicadas al cuidado de los autos.

Este apacible barrio fue consumido por el comercio. Las casas en donde vivieron familias pudientes se convirtieron en sedes de instituciones de salud y de compañías de seguros, pero ningún gobierno planificó una respuesta institucional al cambio que tuvo el vecindario.

Para las administraciones locales parece que no fue una prioridad estudiar alternativas para que los ciudadanos tengan parqueaderos y así descongestionar las calles de esta zona, ya que es evidente que este barrio carece de estacionamientos con suficiente capacidad. De hecho, se encuentran dos con capacidad máxima para 20 carros aproximadamente.

Además, los empresarios del sector de los estacionamientos no están dispuestos a comprar terrenos en este sector ya que se necesitan por lo menos el espacio de tres casas, es decir 1.000 metros cuadrados, para construir un parqueadero que albergue mínimo 100 carros. Esto teniendo en cuenta que para un solo vehículo se necesitan 8 metros cuadrados.

En este sentido, tendría que hacerse una inversión de 1.500 millones de pesos, solo en la compra de los terrenos. A esto se le suma el valor de la construcción e implementación del lugar que incluye una caseta, baño, señalización, entre otros gastos. Esto sin contar, los gastos administrativos, es decir, pagar empleados, pólizas y servicios.

Todas estas dificultades desaniman a los empresarios para construir, considerando que con los precios de venta, construcción y mantenimiento no se generan utilidades para el propietario del lugar.

Hay que sumarle a esto, la falta de cultura ciudadana de los ibaguereños que quieren parquear siempre frente al sitio a donde se dirigen y no caminar unas cuadras con argumentos como “no me voy a demorar”.

De esta manera, una empleada que trabaja en el sector asegura que diariamente se llevan a cabo operativos de la Secretaría de Tránsito para retirar, por medio de grúa, las motos y los carros que se encuentran parqueados en los costados de la calle. Sin embargo, esta medida es temporal y “se realiza sobre todo por cobrar la multa y la grúa, incluso lo hacen sin la presencia de la policía de tránsito”, afirmó la ciudadana.

¿Cuál sería la solución? 

Consultados algunos empresarios locales, la Alcadía de Ibagué y el Concejo Municipal tendrían que definir una política pública e incentivar la construcción de parqueaderos, a través de exoneración y/o descuentos tributarios.

Sin embargo, esta administración y los salientes concejales no lo han siquiera contemplado. Aquí, al único empresario al que recientemente le entregaron beneficios tributarios se llama Gabriel Camargo Salamanca, quién fue exonerado del pago  del impuesto de industria y comercio. Tampoco hará aportes a la ciudad por la publicidad que explota en el estadio Manuel Murillo Toro, que usa sin pagar arriendo y sin tener contrato. (Ver El millonario regalo de la Alcaldía de Ibagué para Gabriel Camargo)

Y a los concejales les preocupó el tema de movilidad, pero exclusivamente en el polémico proyecto de las fotomultas, nada más.

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