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Activemos la economía de Ibagué con el turismo, los conciertos y la gastronomía… mientras tanto 

Editorial EL OLFATO

Ibagué está cada vez más atractiva. Miles de inversionistas bogotanos están comprando casas y apartamentos, y decenas de turistas nacionales y extranjeros visitan la ciudad. La oferta de alojamientos, sobre todo rurales, ha crecido y los restaurantes cada vez sorprenden más con su calidad, precios favorables -en comparación con Bogotá- y la atención es buena.

No estamos diciendo que todo es perfecto. Sabemos que el servicio al cliente aún puede mejorar más, pero debemos hablar bien de nuestra ciudad, de nuestros restaurantes, de nuestros hoteles, de nuestras empresas, en fin: de nosotros mismos.   

Después del fallido Jamming Festival, en el mes de marzo, Ibagué asumió ese duro revés con optimismo y esmero. Los turistas que vinieron disfrutaron de conciertos gratuitos, ferias improvisadas de talento local y el infaltable Tapa Roja. 

Es significativo ver el entusiasmo que hay en las calles con la reanudación del Festival Folclórico Colombiano, con los buenos artistas que animarán la rumba y la sintonía que tienen gremios como Fenalco Tolima y la Cámara de Comercio de Ibagué con la realización de actividades complementarias que dinamizan la economía de los pequeños y medianos comerciantes. 

Pero por estos días hay que hacer un reconocimiento especial a Nohelia Giraldo y su esposo Héctor Alfredo Patiño, propietarios de la cadena de restaurantes La Comarca, Fervor, Augurio, DeRegio y ahora Paz, su reciente apuesta de comida italiana, ubicado en el primer piso del moderno edificio Ícono 60. 

Ambos, con paciencia, dedicación y buen trato hacia sus empleados, han construido un sello de calidad en el naciente mundo de la gastronomía local. 

Y así, como ellos, hay más empresarios y comerciantes que están aportando su grano de arena para que la ciudad se vea mejor y más turistas nos visiten. 

Por eso hay que aprovechar este cuarto de hora, unirnos en propósitos comunes, transformar a Ibagué de manera individual, con nuestra actitud, hablando bien de lo que somos y de lo que tenemos para ofrecer. 

Ojalá los gobernantes salientes y entrantes tracen estrategias comerciales y turísticas agresivas, salgan a ‘vender’ a Ibagué en Colombia y en el mundo, centren sus esfuerzos en mejorar la infraestructura física y sacudan a las empresas de servicios públicos domiciliarios para que no interrumpan la continuidad del suministro del agua, la luz y el internet. 

Los restaurantes de La Macarena y la 60 han tenido que acudir a los baldes para que los comensales se laven las manos o utilicen los baños. Y ni qué decir del pésimo servicio de Celsia que suspende la energía en cualquier momento y durante espacios prolongados. Eso es vergonzoso alcalde Andrés Hurtado. Debería tomar cartas en el asunto.  

Ibagué tiene todo para ser un apetecido destino turístico. Necesitamos más trabajo colectivo, pasión, dedicación, compromiso y amor por lo nuestro. 

Los individualismos y la envidia no nos llevaron a ningún lado. Ojalá los dirigentes gremiales y las autoridades tiendan puentes que unan a todos y dejen de lado los beneficios personales o familiares. 

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