En reversa, como suelen entrar los malos tragos, nos llegó el anuncio del alcalde Guillermo Alfonso Jaramillo de considerar a la Industria Licorera de Caldas (ILC) y su producto estrella Aguardiente Cristal como patrocinadores de las festividades de junio en Ibagué. A pesar de que este asunto no ha sido completa y detalladamente explicado por el burgomaestre, es menester hacer algunas precisiones al respecto.
En primer lugar, resultaría ilógico pensar que tan generoso patrocinador podrá financiar eventos y actividades relacionadas con las fiestas de junio sin que esto represente la atractiva posibilidad de vender Aguardiente Cristal en Ibagué.
Tal vez el alcalde pasa por alto que en referencia al monopolio rentístico de licores destilados, como lo es el aguardiente, quienes ejercen la titularidad de dicho monopolio son los departamentos. Esta distinción es clara en la Ley 1816 de 2016 (Ver: Ley de Licores), que fija pautas claras tanto para la producción de licores destilados, como para la introducción a un departamento de productos procedentes de otro departamento.
Así las cosas, resulta claro que permitir la distribución y venta de Aguardiente Cristal en el Tolima (incluida Ibagué) es potestad del Gobernador Barreto y eventualmente la Asamblea del Tolima, lo que hace pensar en algunos escenarios posibles para la eventual comercialización de Cristal en tierras del Tapa Roja: en primer lugar, que el Alcalde Jaramillo se haya hecho a las mayorías de la Duma Departamental para aprobar una ordenanza que permita el ingreso del Aguardiente Cristal al Tolima, tal y como justamente sucedió en Caldas donde la Asamblea de ese departamento aprobó el ingreso del Aguardiente Antioqueño en 2016.
En segundo lugar, cabe la posibilidad que el Alcalde Jaramillo y el Gobernador Barreto hayan limado sus públicas diferencias y que como gesto de buena voluntad, el gobernador haya abierto las fronteras al a la ILC, caso en el cual debió haberse suscrito un convenio entre las Gobernaciones del Tolima y de Caldas para permitir la venta reciproca de sus aguardientes; finalmente, puede existir una interpretación que muchos desconozcamos y que permitiría la venta de este producto caldense en las fiestas de Ibagué, caso en el cual el alcalde debería explicar los detalles jurídicos y comerciales que harían posible dicha operación.
Pero más allá del apasionamiento de los fieles consumidores de Tapa Roja que han inundado las redes con su indignación por las afirmaciones del alcalde, subyace un asunto de fondo relativo a la cofinanciación de la fiestas de junio por la gobernación a través de la Fábrica de Licores del Tolima (FLT). Claramente, el tema de la participación del departamento y la FLT en las fiestas es un asunto que debe aclararse, pues de ello depende en gran medida el éxito de las mismas.
¿No sería mejor que por un momento Barreto y Jaramillo dejaran de lado sus egos, intereses, rencillas y diferencias políticas para pensar en que Ibagué debe estar primero? ¿Acaso una cercana colaboración entre gobernación y alcaldía para garantizar unas buenas fiestas no reportaría beneficios para el comercio y la generación de empleo en la coyuntura económica de junio, además de importantes utilidades para la Fábrica de Licores del Tolima? Amanecerá y veremos…